El círculo infernal

La violencia genera terror y se alimentan mútuamente mientras se enriquecen los que negocian con las armas y perecen los más débiles

Policía en el mercado navideño de Berlín

Policía en el mercado navideño de Berlín / periodico

ANTONI SOLER

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Malas noticias: en Berlín un camión enviste contra un mercadillo de NavidadBerlínmercadillo de Navidad; resultado provisional: 12 muertos y 48 heridos. En Ankarael embajador ruso es tiroteadoembajador ruso . Dos actos terribles y condenables. Antes de estos hemos vivido otros: Nueva York, Londres, Madrid, París, Bruselas, Niza, Estambul.

El terrorismo remueve las entrañas de nuestras sociedades, despierta miedo, inseguridad, rabia, impotencia... Se nos hace intolerable. Queremos verlo perseguido y severamente penado. Es inaceptable incluso mostrar algún tipo de comprensión hacia sus causas. Ninguna causa puede justificar hechos como estos. ¡Ya basta!

En Siria llevamos seis años de guerra terrible. Las últimas semanas tenemos el foco sobre Alepo, ciudad víctima de bombardeos terroríficos e indiscriminados. Miles y miles de víctimas. La guerra es horrible, lo sabemos, pero la aceptamos como un hecho inevitable y por este motivo dedicamos cantidades ingentes de medios económicos, técnicos y humanos a prepararla. Nadie habla de perseguirla o de penarla.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"\u00a0y cada vez ven m\u00e1s dif\u00edcil ser acogidos por unas sociedades miedosas y cerradas","text":"Las v\u00edctimas:\u00a0los que huyen de las bombas"}}

TERRORISMO NO, GUERRA

Al terrorismo a gran escala nunca se le llama terrorismo, sino guerra. Con ello se le viste de una pátina de honorabilidad, incluso de heroísmo. Los mismos que claman, con toda la razón, por unas víctimas inocentes del odio y el resentimiento son capaces de provocar miles de ellas, desde una distancia aséptica, en nombre de intereses nacionales o de las razones de estado. Putin, Erdogan, Asad... y antes Bush, Blair, Aznar... y antes tantos otros. ¿Acto terrorista o acto de guerra? ¿Asesinos o héroes? ¿Dónde ponemos la frontera?  

El lenguaje no es neutro. Usamos uno u otro término según nos convenga, según la proximidad. Una cultura que justifica el uso de la violencia, aunque sea solo en determinadas circunstancias, está condenada a esta ambigüedad. Toda violencia genera terror, pero solo a la violencia de los otros la llamamos terrorismo. ¿Cómo llamamos a la nuestra? Mientras, la una alimenta a la otra y la otra a la una. Están encantadas de conocerse, encantadas de justificarse mutuamente.

ARMAS Y XENOFOBIA

Y todavía más encantados están aquellos que, sin sufrir ni la una ni la otra, se enriquecen con el pornográfico negocio de las armas que alimenta a las dos.

Más que encantados están también aquellos que en estos hechos justifican sus ideas xenófobas, excluyentes, propagadoras del odio. Ellos, contrariamente a lo que prometen, no hacen sino aumentar las tensiones, los resentimientos y los odios y, en consecuencia, el riesgo de más violencia.

Un círculo infernal: odio-violencia-odio-violencia-odio... ¿Hasta cuando? ¿Aprenderemos algún día?

Las víctimas de todo ello: los de siempre, los más débiles, los que están bajo las bombas o bajo las ruedas del camión, los que huyen de tanta crueldad y que cada vez ven más difícil ser acogidos por unas sociedades miedosas y cerradas, los que ya viven entre nosotros, y los que son vistos como enemigos potenciales.

Debemos empezar decididamente a romper este círculo.