Cinco razones para publicar la fotografía de Teresa Romero

Teresa Romero, en la habitación del Hospital Carlos III, en Madrid.

Teresa Romero, en la habitación del Hospital Carlos III, en Madrid. / periodico

ENRIC HERNÀNDEZ

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En las redes sociales, ese nuevo ágora en la que todas las opiniones tienen cabida, se están vertiendo críticas contra EL PERIÓDICO por la decisión de llevar a su portada de este viernes una imagen de Teresa Romero en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Carlos III de Madrid. En atención a los lectores del diario que puedan compartir tales reproches, o que tan solo alberguen dudas, relataremos aquí nuestras razones para publicar la foto de la auxiliar de enfermería infectada por el virus del ébola.

1.- Es relevante aclarar que no se trata de una 'foto robada'; ningún fotógrafo de EL PERIÓDICO se escabulló en la habitación sellada donde los médicos tratan a Teresa. La imagen corresponde al monitor del Carlos III desde el que se vigila el estado de la paciente, que está a la vista de decenas de profesionales sanitarios. Una foto, en todo caso, obtenida con el conocimiento de algún integrante del hospital, a diferencia de las imágenes de Teresa que se están publicando estos días, obtenidas sin permiso de su perfil en Facebook.

2.- El encuadre, la definición y el tamaño con que se publica la foto, tanto en la portada como en páginas interiores, no son casuales. Se ofrece un plano general de la habitación en el que, justamente para no vulnerar la intimidad de Teresa, no se distingue su rostro, ni sus facciones, ni siquiera si está intubada o no. No es una estampa explícita ni desagradable; solo una pincelada sobre cuáles son la condiciones en las que está siendo atendida de su enfermedad. Por tanto, sí aporta información, condición imprescindible para su publicación.

3.- La imagen se publica después de que diferentes medios de comunicación se hayan hecho con el número de móvil de Teresa, la hayan abordado telefónicamente y, pese a su crítico estado de salud y de ánimo, hayan difundido la conversación en forma de entrevistas. No consta que los responsables del Hospital Carlos III, para proteger su intimidad, la hayan despojado del teléfono móvil.

4.- No pocas televisiones han hurgado en el entorno vecinal y familiar de Teresa en busca de detalles, más o menos escabrosos, sobre su vida privada. Este diario nunca se ha hecho eco de esas chafarderías.

5.- Las autoridades sanitarias madrileñas, y en particular el consejero Javier Rodríguez, han descalificado con saña la conducta de Teresa, tratando de endosarle toda la responsabilidad del contagio para así enmascarar las del Gobierno. Frente a los intentos de convertir a la víctima en verdugo, en EL PERIÓDICO estimamos que retratar su situación real, sin por ello dañar su dignidad, constituía más una defensa de la paciente que una intromisión en su intimidad.

La decisión, sin duda, puede ser objeto de debate y de crítica. Estas líneas solo pretenden aportar elementos de juicio añadidos para que cada lector se forme su propia opinión.