GEOMETRÍA VARIABLE

Cinco instantáneas de la campaña

Un debate abierto preside unas elecciones municipales de resultado incierto

JOAN TAPIA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Estamos llegando al final de la campaña. EL PERIÓDICO titulaba ayer: «Sánchez insufla moral al socialismo catalán». Sí, en el mitin del Fòrum hubo entusiasmo con Pedro Sánchez (aunque menos que con Felipe), que ha tejido complicidades con Miquel Iceta y el PSC. El PSC y el PSOE -«vieja política» porque el Pablo Iglesias de entonces lo fundó el 2 de mayo de 1879- luchan por adaptar la socialdemocracia al momento actual. Nada fácil tras la derrota de José Montilla en las catalanas del 2010, de Jordi Hereu en las municipales del 2011 y de José Luis Rodríguez Zapatero en las legislativas de ese mismo año. Pero la campaña y los sondeos -sobre todo L'Hospitalet y Santa Coloma- han devuelto la moral a un PSC más combativo de lo esperado. El martes, SánchezIceta (que lleva 157 actos territoriales entre la precampaña y la campaña) y las alcaldesas Núria Marín y Núria Parlon lo demostraron.

Pero la clave es Barcelona, donde Jaume Collboni pelea por ser la tercera fuerza. ¿La determinante al final? Collboni saca pecho por la gestión socialista de 32 años, ataca a Ada Colau por no reconocerlo y remacha que, pese a las grandes obras (Juegos Olímpicos y Fòrum), no ha habido ningún político barcelonés corrupto. No dice que la candidata de Barcelona en Comú difame, pero… Y Colau -de la que parece que Xavier Trias se despega algo- no da ni un paso atrás. Al contrario, ayer criticó a sus socios de ICV-EUiA (esenciales para su presencia pública en la campaña) por no haber roto antes con el PSC. ¿Cree que la izquierda de Barcelona estuvo de vacaciones hasta que ella llegó?

Pero la «nueva política» es más fácil de proclamar que de ejercer. Ciudadanos ha tenido que retirar toda la lista de Barberà del Vallés porque ignoraba que su alcaldable había sido el tres de la lista de Plataforma per Catalunya. Admitir la 'columpiada' está bien, pero indica que la confianza en un partido improvisado -que monta de la nada 1.000 listas municipales- debe ser limitada. Dicen que no se engorda sin comer m… pero Albert Rivera quizá ha corrido demasiado. Y los pactos tras el 24-M serán su complicada reválida.

Pero Rivera habla claro y ha dicho algo tabú: que los regímenes fiscales muy favorables de Navarra y el País Vasco son una anomalía a replantear. Los políticos españoles lo ocultan siempre -como a un muerto en el armario- aunque luego no se cortan un pelo al bramar que Catalunya es insolidaria cuando exige una mejor financiación. Los políticos catalanes (salvo Pasqual Maragall un día) solo lo susurran.

Vamos a Artur Mas. Ha ido un solo día a L'Hospitalet de Llobregat y Badalona, la segunda y la tercera ciudades catalanas y donde las encuestas colocan a CiU en posición bastante desairada. Querer encarnar la Catalunya del 2015 exige callejear bastante más las ciudades del cinturón barcelonés. Y pedir allí apoyo a CiU «para que ni el ayuntamiento de Badalona ni ninguno del área metropolitana pueda oponerse a que el pueblo de Catalunya pueda decidir su futuro» es solo señalar la piedra en el zapato. Creer que su Catalunya no se merece a Xavier García Albiol o a las dos Nurias (Marín y Parlon) no resuelve nada.

Vamos a Mariano Rajoy. La campaña le ha sacado de la Moncloa y le ha montado en bicicleta. Quiere ser un gesto de proximidad. Pero sigue viviendo en otro hemisferio. Cuando todas las encuestas dicen que deberá intentar pactar algo con Albert Rivera (que en Andalucía ya le ha robado muchos votos) no se entiende que diga que «los mejores pactos son las mayorías absolutas del PP». Y menos todavía que presuma de que nadie en España se preocupa ya de la prima de riesgo o del paro. Sí, ahora se crea empleo. Y algo tiene que ver la política económica. Pero la tasa de paro está en el 23.8%. Todavía un punto por encima del «catastrófico» año final de Zapatero.