La rueda

La 'choni' y la inmersión lingüística

OLGA MERINO

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Triunfa en internet una canción tituladaJeniferque narra la historia de amor prohibido entre un votante de Convergència, que llevaEls segadors de melodía en el móvil, y unachoni deCastefa; es decir, Castelldefels. Aunque la palabrachoniaún no tiene marchamo de diccionario, parece que define a una muchacha de extrarradio, que viste de Bershka o de lo que puede, baqueteada y sin embargo vitalista, con escasas herramientas culturales y aún menos recursos económicos. O sea, una superviviente nata sin tanta estrella comoBelén Esteban.

Jenifer, la tonada compuesta por el trío Els Catarres, es una broma inteligente que arremete contra las esencias y los tópicos culturales: las anchoas de L'Escala, el Bar-

ça y el Pedraforca; los coches tuneados y las discotecas poligoneras. El leal catalanista y lachoni, entre la espada del deseo y la pared de la patria, están condenados a amarse; no les queda otra. Una canción mucho más sabia y pragmática que el revuelo armado en torno a la sentencia del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC) sobre la inmersión lingüística. Un embrollo artificial que convierte en titular la letra pequeña.

Como reza la moción de respaldo a la inmersión aprobada por el pleno del Congreso, sería deseable que el sistema garantizara que los chavales acabasen la enseñanza obligatoria «con suficiencia oral y escrita del catalán y el castellano». ¿Pero sucede realmente así? Me temo que no, que buena parte de los escolares renquea en ambos idiomas. Resulta mucho más preocupante la tasa de fracaso escolar, que en Catalunya llega al 30%, que los conflictos políticamente interesados.

Con las plantillas docentes congeladas y los recortes en educación -aquí alcanzan el 7,4%-, es muy probable que laschonisdeCastefa, Santaco o Salt ni siquiera acaben la ESO. Además, en casa se necesita pasta, y para trabajar de cajera en el súper, con muchísima suerte, no se precisa hablar demasiado. El siguiente, por favor.