LOS ESCÁNDALOS DE CORRUPCIÓN

Chantajes y estado de implosión

"Todas las cargas están puestas en la estructura del Estado. Si implosionan desde su interior, será muy difícil mantener en pie las cimientos que lo soportan"

Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina, el pasado 25 de noviembre, tras visitar al Rey en el hospital Quirón San José de Madrid.

Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina, el pasado 25 de noviembre, tras visitar al Rey en el hospital Quirón San José de Madrid. / periodico

CARLOS CARNICERO

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Carlos Carnicero

No están sincronizados, pero los distintos chantajes que pesan sobre políticos e instituciones amenazan con la oclusión del sistema político y con una implosión, producida desde dentro de las instituciones, que puede llegar a terminar con el actual modelo de democracia.

Desde elRey para abajo, es difícil encontrar personalidades delEstado que no estén amenazadas por uno u otro chantaje. Por si faltaba algo, el escándalo del espionaje político enCatalunya podría afectar incluso al proceso soberanista puesto en marcha por el 'president'Mas.No hay partido político de peso que de una u otra manera no esté inmerso en este estado de amenazas.

El socio del yerno del Rey,Diego Torres, da más vueltas a la manivela del chantaje contra su socio,Iñaki Urdangarin, que se extiende a su esposa, lainfanta Cristina cada vez con más fuerza y alcanza a la Casa del Rey. En su última comparecencia, Torres fue más allá al especular con intervenciones directas del Rey, de una amiga muy cercana del monarca e incluso delpríncipe Felipe.

En elGobierno las cosas no están mejor.Mariano Rajoy, en su doble condición de presidente del PP y del Gobierno, no facilita explicación alguna de queLuís Bárcenas haya sido trabajador del partido hasta más de dos años después de dimitir como senador y ser imputado en la'trama Gürtel'.Nadie sabe ni responde por qué ese trato de privilegio a quien se llevó por lo menos 22 millones de euros aSuiza y ha sido responsable de las finanzas del PP durante más de 20 años.

Como en una novela por entregas del siglo XIX, los españoles acuden cada día al quiosco o a Internet para conocer la evolución de los malvados que han hecho de España una inmensa cloaca de corrupción. El asunto es conversación obligada de despachos, fábricas y bares. Y ha calado de tal forma en la ciudadanía que la indignación se desborda sin control. Son un conjunto de asuntos que no se van a olvidar.

Detectives en Catalunya

En Catalunya, la estabilidad política está amenazada por el conocimiento de agencias de detectives que realizaban investigaciones sobre los negocios y la vida personal de connotados políticos. Parece evidente que el chantaje era el móvil de esos encargos de los que se busca responsables. Alguno de los políticos más involucrados en el proceso soberanista podrían alcanzar la condición de imputados por corrupción en las próximas semanas.

Es difícil encontrar una constelación que ponga en conjunción tantos astros de las sentinas del Estado. La indignación va en aumento, hierven las redes sociales y los movimientos de ciudadanos indignados comienzan a tener sus primeras victorias sobre el Parlamento y las decisiones de los partidos mayoritarios.

Situación insostenible

Si la conjunción se mantiene, si la infanta Cristina es llamada a declarar en las causas de corrupción del duque de Palma y si altos dirigentes del PP, incluido el propio presidente del Gobierno, son citados en sede judicial, la estabilidad de Gobierno en España y, también en Catalunya, puede hacerse insostenible.

Mientras tanto no hay reacción ante los sucesivos chantajes. Luis Bárcenas maneja sus agendas y sus documentos con eficacia. Hasta ahora, ha conseguido, ni más ni menos, que Mariano Rajoy, lejos de poner en marcha acciones judiciales contra él, ni siquiera se atreva a pronunciar su nombre.

Aceptar un chantaje promueve tanta o más debilidad que el que se conozca su contenido. Si las demandas del chantajista son inasumibles, lo aconsejable es la eutanasia para no alargar el sufrimiento del enfermo.

La crisis de la patronal española

A este panorama desolador hay que añadir la crisis sistémica de laCEOE. Su anterior presidente está en la cárcel acusado de graves delitos de corrupción. Su sucesor actúa como pirómano poniendo en duda los datos oficiales del Estado sobre el desempleo e insulta y ofende a cientos de miles de trabajadores funcionarios públicos. Y su vicepresidente tendrá que dimitir en cuanto avance el proceso de escaqueo de pagos a laSeguridad Social y aHacienda por pagos en dinero negro a sus trabajadores.

Y, a propósito de enfermedad, los continuos achaques del Rey de España, su edad y las obligaciones imprescindibles de su agenda son un factor añadido para una institución hereditaria que no está tan consolidada como para que la primera sucesión no sea compleja y delicada.

Todas las cargas están puestas en la estructura del Estado. Si implosionan desde su interior, será muy difícil mantener en pie las cimientos que lo soportan. Pero el riesgo de desestabilización no puede ni debe impedir que se conozca la verdad. Esta vez los ciudadanos ni están dispuestos a perdonar ni a olvidar.