Chacón no lo tiene fácil

Xavier Bru de Sala

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Mientras CDC ensaya con acierto mil fórmulas y alianzas para frenar el declive, el PSC se hunde con la lentitud y la inmovilidad, pero sin la majestad, de una estatua a la arena. Al paso que va, el PSC puede convertirse en una fuerza poco más que municipalista. Mientras CDC se arriesga a practicar el funambulismo para birlar carteras en el campo soberanista y el camaleonismo para mordisquear en la izquierda, el PSC sufre amputaciones severas por el eje nacional y por el social. C’s y las nuevas izquierdas se han lanzado al asalto masivo de las hasta anteayer pletóricas masas de votantes de los socialistas. Y aún oímos voces, todas afines a la musiquilla monocorde de una calle que ya nadie sabe donde para, la de Nicaragua, que sostienen como si nada que la sociedad catalana no ha cambiado.

Esta singular pretensión no se sostiene si no es sobre dos pilares. El primero se levanta con apelaciones a una supuesta locura colectiva. El segundo, con las esperanzas, siempre renovadas y siempre desmentidas, que el sarampión neuronal de dos millones de catalanes se cura solo. Mientras tanto, no tan sólo los populares encogen su presencia residual en las urnas catalanas, sino que los socialistas, de tanto solidarizarse con el PP en toda España, van en camino de hacerle compañía en Catalunya.

Carme Chacón obtuvo un excelente resultado en las generales del 2008, cuando el PSC se llevaba más de la mitad de los diputados catalanes al Congreso. Cuatro años más tarde, los socialistas catalanes bajaron de 25 a 14 mientras CiU, con Josep Antoni Duran Lleida, pasaba de 10 a 16. Y eso que Chacón era una estupenda ministra. Y eso que Ciutadans no se presentaba.

Según el CEO, sólo la mitad de los que se definen como socialistas, tan sólo un 21% de los socialdemócratas, un exiguo 7% de los progresistas y un ínfimo 5% de los ecologistas votaron PSC el 27-S. Mal augurio. Aún no disponemos de sondeos y proyecciones de voto fiables de cara al 20-D, y quizás no los tendremos hasta que se cierren los colegios electorales. Aún así, persiste el doble asalto electoral al PSC. Por la izquierda, no podemos predecir el éxito de En Comú Podem, pero hay que suponer que no se pegarán la castaña de Cataluña Sí que se Puede. Por el lado unionista, en cambio, la penetración de Ciutadans en los feudos del PSC amenaza con derrumbar la fortaleza.

Si Chacón no consigue remontar las corrientes contrarias, el día siguiente del 20-D, Catalunya se despertará mucho más a la derecha de lo que se había pensado nunca. El fenómeno político de fondo más destacable es el siguiente: el soberanismo vira a la izquierda y se apodera de ella mientras el unionismo vira a el derecha y se apodera de ella. Si Chacón y Pedro Sánchez no lo revierten, deberemos constatar que la derecha españolista, vía Ciudadanos, se ha conquistado el cinturón rojo catalanista. ¡Bravo, PSC! ¡Bravo, PSOE! ¡Bravo, ERC!