César Trump y los idus de junio

El 'Julio César' de William Shakespeare en el Delacorte Theatre de Nueva York.

El 'Julio César' de William Shakespeare en el Delacorte Theatre de Nueva York. / BRYAN R. SMITH / AFP

JOSEP MARIA POU

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Por increíble que pueda parecer, este verano los nombres de Shakespeare y Trump se pronuncian al unísono en Nueva York. Desde hace 55 años Shakespeare viene siendo el lider indiscutible del verano de esa ciudad merced a las representaciones gratuitas que se ofrecen en el Delacorte Theatre, popular anfiteatro al aire libre en el corazón de Central Park. Pero este año la figura de Donald Trump le ha robado el protagonismo. Con un tercero en liza: Julio César, emperador que fué de los romanos. Los tres unidos por el teatro. Por el mejor teatro. Por una de las mejores funciones de teatro político jamás escritas.

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La producción del Public Theatre, que actualiza la acción a nuestros días, presenta a un Julio César que viste traje azul de corte impecable, corbata roja tamaño XL, y una densa cabellera de pelo rubio tirando a naranja recogida en un singular tupé sobre la frente. ¿Les suena? Ese es el César al que Marco Bruto y sus confabulados asesinan, cada noche de función, bajo la estatua de Pompeyo. Magnicidio en toda regla. E incitación al magnicidio es lo que muchos han querido ver en esa nueva versión. Dos de los varios patrocinadores del evento, Delta Airlines y Bank of America, han retirado su patrocinio en señal de protesta. Y la prensa y televisión afines a Trump llenan sus espacios con filípicas, clamando al cielo por lo que consideran un espectáculo ofensivo, sedicioso y de clara incitación a la violencia. De nuevo pues el debate entre teatro, política, patrocinio, libertad de expresión y libertad de creación. Y de nuevo la barbarie, los gritos, los insultos y la llamada a la censura, esta vez en forma de tuits, entre los que no ha faltado el de Trump júnior: "Me pregunto cuanto de ese 'arte' no estamos pagando todos con nuestros impuestos".

Buen momento para reivindicar que el teatro es un lugar idóneo para el discurso político: en apenas dos horas de función, dialogan cientos de opiniones y muchos puntos de vista. ¿No es esa la base de la democracia?