EL APRESTO DOMINICAL

Cena con Lehman Sisters

¿Quién le hacía la cena a Adam Smith? Está claro que no iba a cenar al 'Deliciosa Calma'. De hacerlo, podría compartir sobremesa con las hermanas Lehman (Lehman Sisters). Fue Christine Lagarde quien dijo que si 'los Lehman' hubieran sido 'las Lehman' la crisis financiera no hubiera sido de tal dimensión

anuncio de la nueva campana de Campofrio

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JOSEP-MARIA URETA

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La carta del restaurante Deliciosa Calma, con sede única en youtube, propone platos solo comprensibles para un público selecto: mujeres que conocen su condición y saben afrontarla. Algunas elaboraciones, disparatadas en cocina pero no en la vida diaria, se describen así: “Hoy no voy a recoger a mis hijos con loncha de pavo, acompañado de ya está su padre para hacerlo, digo yo”;  “Sigo sin pareja estable con extra de me la resbala”; “Tengo patas de gallo, y qué”; “No me caso porque no quiero, con taquitos de pavo”;  “No pienso tener hijos, sin ralladura”; “Estoy así después del parto, con pepino”. Plato estrella: “Soy directora general mundial y madre, sobre virutas de pavo, con reducción de jornada laboral”.

No es la primera vez que Campofrío ha elegido la línea de la publicidad con causa para promocionar sus productos, en este caso los embutidos de pavo. La diferencia respecto a sus otros cortos publicitarios de 3 minutos, cuidados al detalle en imagen y texto, es que el boca oreja ha superado cualquier previsión. El anuncio pensado para apoyar a las mujeres que compaginan la profesión que han elegido y las tareas domésticas, ya tiene 3,5 millones de visitantes desde que accedió a internet el 12 de mayo. Con la precaución necesaria sobre cifras e interpretación de cuanto circula por las redes, efímero, si un anuncio ha tenido tanta aceptación, también hay que contemplarlo como reflejo de una realidad estadística, la de millones de españolas que no ven recompensado su esfuerzo de dedicación doble al empleo y la familia.

Son coincidencias, pero también estos días hemos conocido pequeñas historias personales tan dispares como el protagonismo de una joven pastora del Pallars en un anuncio de agua mineral o que el club de fútbol Eibar de primera división tiene nueva presidenta, que cuenta con una directora general. La entidad vasca, por cierto, tiene cuentas saneadas.

Para completar esta visión, más bien revisión del protagonismo de las mujeres en el mundo económico de esta segunda década del siglo XXI, nada mejor que la lectura de un libro que sintetiza muy bien todas estas percepciones y les aporta sustrato doctrinal a partir de los mejores economistas de los últimos siglos. Mejor dicho, desde que el predicador escocés Adam Smith, soltero, sentó las bases de la ciencia económica hace más de tres siglos, ¿quién le ayudó en las tareas domésticas para que pudiera desarrollar toda su teoría sobre la riqueza de las naciones y el interés personal como motor de la actividad económica?

La periodista y editora sueca Katrine Marçal (apellido del marido, un arquitecto de jardines londinense) ha elaborado un libro espléndido para comprender de dónde salen las quejas de las mujeres modernas: que Smith asentó toda su teoría sobre el comportamiento por interés, dejando de lado buena parte de otras actividades imprescindibles, aunque invisibles, para que este modelo haya funcionado, y no siempre para bien de la mitad de la población mundial, las mujeres. En el 2012 Marçal escribió el ensayo Det ende könet, en traducción literal, El único sexo. La editorial Debate ha elegido una de las frases de desafio de la autora para preguntar ¿Quién le hacía la cena a Adam Smith?Está claro no iba a cenar al  Deliciosa Calma. De hacerlo, podría compartir sobremesa con las hermanas Lehman (Lehman Sisters, en contraposición a Lehman Brothers, punto cenital de la crisis desatada en el 2008. Fue Christine Lagarde quien afirmó que si los Lehman fueran las Lehman, no habrían arriesgado tanto).   

Marçal aporta su conocimiento de los textos principales de la ciencia económica, los pasa por el tamiz de una visión feminista reivindicativa, sin estridencias, y los combina con decenas de ejemplos de mujeres emblemáticas a lo largo de la historia como la enfermera Florence Nightingale -en la primera guerra mundial cambió toda la organización de los hospitales- con las pequeñas historias recogidas en diarios de todo el mundo de mujeres que han tenido que superar todo tipo de incomprensiones por querer trabajar y tener hijos.

No salen bien parados, como corresponde, ni los teóricos del homo economicus (término acuñado por Stuart Mill, posterior a Smith) ni los seguidores de Keynes, por quien la autora siente especial rechazo por su falta de comprensión sobre las consecuencias del Estado del bienestar y el pleno empleo.

A Adam Smith le hacía la cena su madre, Margaret Douglas, que enviudó a los 28 años, seis meses antes de que naciera el padre de la economía moderna. Su marido era un noble rico, pero heredó el hijo. Esa es la historia: ¿Quién dependió de quién?    

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