Dos miradas

La cebolla

Es evidente que los retos de Artur Mas han ido evolucionando hasta quedar en un conmigo o contra mí

EMMA RIVEROLA

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El mismo día que EL PERIÓDICO revelaba un anexo secreto del pacto del 27-S en el que las entidades soberanistas se comprometían con CiU y ERC a participar de forma equilibrada en las listas electorales, Artur Mas volvía a burlar el pacto al reunirse con Súmate y animarle a incorporarse a su plan particular. Por ahora, el planteamiento ya ha sembrado la semilla de la división en la sólida e imprescindible ANC. Un nuevo argumento para los que advierten de la inagotable capacidad de Mas para provocar la ruptura de todo cuanto le rodea. Empezando por los partidos de la oposición y acabando por el suyo propio. Pero también existe otro modo de mirarlo.

Es evidente que los retos de Mas han ido evolucionando hasta quedar en un conmigo o contra mí. Primero la batalla se centró en el campo ideológico y los no independentistas quedaron apeados de un debate que se tornó hegemónico y excluyente. Después vino el plano estratégico. Los que no aceptaban los tiempos y modos del president también se vieron relegados. Ahora, al sortear el pacto del 27-S, todo lo fía a la adhesión a su persona. ¿Cuántos se sentirán desplazados esta vez?

El éxito de Mas se producirá si logra liderar el corazón del movimiento independentista. Su problema será si este, al liberarse de las numerosas capas que se habían unido por intereses varios, acaba perdiendo entidad. Algo parecido a tratar de alcanzar el corazón de una cebolla.