Cuarenta años de una formación clave en la política catalana

CDC, a pesar de todo

Convergència se ha reinventado y cuenta ahora con un periodo de 18 meses para superar sus trances

ASTRID BARRIO

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Hace una semana Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) cumplía 40 años y lejos de celebrarlo más bien pareció ocultarlo. Acuciada por los escándalos de corrupción y desprestigiada por el comportamiento de su fundador y máximo dirigente, Jordi Pujol, degradado a la categoría de defraudador confeso, el partido cotiza a la baja. Tanto que ya no existe en internet. Convergencia.cat ha sido sustituido por convergents.cat. Y ello se explica, en parte, por la voluntad de distanciar a la actual CDC de la vieja cuya imagen es indisociable de Pujol. Tan indisociable que muchos dudaban que fuese capaz de sobrevivir a su fundador, algo habitual en los partidos de tipo carismático, como era el caso. Pero contra pronóstico CDC ha superado la esperanza de vida de su fundador y de la mano de un nuevo equipo dirigente, con Artur Mas al frente, se ha reinventado dotándose de un nuevo proyecto político y ha resistido su paso por la oposición.

Ciertamente CDC tiene problemas, como todos los partidos hoy en día, y quizá alguno más. Pero reúne algunos requisitos necesarios, aunque no suficientes, para mantenerse: sin disidencia interna, dispone de proyecto político, está sólidamente implantada y su líder, cada vez más reforzado. Y este es un capital del que hoy pocos partidos pueden hacer gala. Muchos activos como para dar a CDC, el partido más importante de la historia de Catalunya, por amortizada.

Cuando el 17 de noviembre de 1974 unas 125 personas (Miquel Sellarès tiene la lista) asistieron a la asamblea fundacional de CDC, nada hacía presagiar sus éxitos. En un ambiente opositor dominado por el PSUC y la extrema izquierda no sorprende que la primera Convergència se definiese de centro-izquierda aunque su voluntad no era la de competir en ese eje sino la de aglutinar diversas ideologías de signo democrático bajo el paraguas del nacionalismo, la estrategia del pal de paller. Y aunque su debut electoral no fue muy halagador ya que tanto en las generales de 1977 como en las de 1979, ya bajo la fórmula de CiU, se vio superada por las formaciones de izquierda, en 1980 ganó por sorpresa las elecciones al Parlament. Los 80 fueron para CDC una década plácida que consagró a desplegar el autogobierno.

Cosechó dos mayorías absolutas gracias a que se hizo con el espacio de centro tras la descomposición de la UCD y a que prácticamente fagocitó a ERC, su único rival en el campo nacionalista. Solo la querella a Pujol por la gestión de Banca Catalana, que tanto sirvió para consolidar su liderazgo, alteró su calma. Los 90, en cambio, fueron más turbios. Se produjo un estancamiento electoral que culminó con la pérdida de la mayoría absoluta en 1995 y también tuvo lugar la única gran crisis interna que ha experimentado el partido. Una crisis en la que se entremezclaron la lucha por el liderazgo y la estrategia del partido en la arena española, ya que desde 1993 CiU era imprescindible para garantizar la gobernabilidad del Estado. En ese contexto, Miquel Roca, el histórico número dos y hombre fuerte en Madrid, se postuló como posible sucesor de Pujol y, además, se mostró partidario de una mayor implicación en la vida política española. La pugna se saldó con la marginación de los roquistas, el ala moderada del partido, y el abandono de Roca de la vida política. Salió reforzado, en cambio, el sector soberanista que, de la mano de Pere Esteve y Felip Puig, se hizo con el control del partido y a la larga acabó imponiendo sus tesis políticas. Es ahí donde empezó el tránsito de CDC del autonomismo al soberanismo que ha desembocado en el 9-N. Pero antes de eso el partido resolvió la espinosa cuestión sucesoria a favor de Masredefinió sus relaciones con UDC y fue capaz de aguantar la travesía por el desierto y de recuperar el gobierno, a pesar del incremento de la competencia. Qué duda cabe que CDC es un proyecto de éxito.

No obstante, tras el discurso del president Mas del pasado martes muchos interpretan que CDC está liquidada. Pero yo más bien me inclino a pensar que se le está brindando un margen de al menos 18 meses para superar sus trances. El president fue muy explícito al señalar que preservar los partidos cara al futuro era una obligación. Y qué mejor manera de hacerlo que estableciendo que las subvenciones públicas que obtuviese la lista unitaria se distribuirían exclusivamente entre los partidos políticos implicados. Si su plan tiene éxito, durante 18 meses los partidos estarán congelados pero cobrando del erario público, «a fin de asegurar su viabilidad financiera para el futuro inmediato». Y aunque no lo dijo, previsiblemente también lo seguirán haciendo sus cargos. No parece que sea la manera de dar a CDC por acabada.