De caza mayor

ROSA MASSAGUÉ

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Hace 20 años no se sacó nada en claro. El revuelo organizado ahora en torno al presidente Giorgio Napolitano con su declaración como testigo tampoco ha arrojado más luz acerca de si el Estado negoció con la mafia siciliana para poner fin a los años de plomo de la Cosa Nostra. Eran años en que el ahora jefe del Estado presidía la Cámara de Diputados. Al presidente de la República no se le acusa de nada. Simplemente, la cita tenía por objeto saber si disponía de información relativa al presunto pacto. En realidad es una cuestión referida a un punto secundario del proceso.

Hace un año, Napolitano ya había respondido por carta a las preguntas del tribunal de Palermo que revisa el caso. La insistencia ahora en tomarle declaración personalmente de persona, como diría el entrañable Catarella, nada nuevo añadía. Sin embargo, el aterrizaje en el palacio del Quirinal de 40 personas contando a magistrados, secretarios y abogados, entre ellos los defensores de capos mafiosos como Totó Riina y Leoluca Bagarella, ofrecía un espectáculo que daba aliento a otra causa y no exactamente penal.

A diferencia de hace dos décadas, ahora hay quien espera cobrarse una pieza de caza mayor con este barullo. Se trataría de deslegitimar no solo al propio presidente de la República sino a la institución que representa, que es la máxima del Estado.

Lo había intentado sin éxito Silvio Berlusconi cuando trataba de zafarse de la justicia mientras gobernaba, y posiblemente, siga intentándolo. Ahora es el M5S el que ha cogido abiertamente el relevo con unos ataques furibundos al jefe del Estado, con chapuceras alusiones en las redes sociales como la que vinculan, por ejemplo, su entrada en política con la muerte de Stalin.

Según lo contado por los abogados a la salida de la declaración que se hizo a puerta cerrada, en un momento dado Napolitano dijo no tener «la memoria de Pico della Mirandola». Aquel  humanista y filósofo del Renacimiento había reflexionado ampliamente sobre la dignidad y la libertad del hombre. Cuesta creer que la cita fuera casual porque si algo ha caracterizado los ocho años de su presidencia ha sido la dignidad. A Napolitano le puede fallar la memoria, pero no los reflejos para reivindicarse a sí mismo y a la institución que representa.

@RosaMassague