Catalunya reabre el juego. Andalucía se debate en las urnas

SÍLVIA CÓPPULO

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El juez Santiago Vidal nos sorprendió ayer una vez más.Vino aquí, al 'Suplement', y dijo bien claro que, a pesar de que en las elecciones municipales él cierre la lista por Esquerra Republicana en Barcelona, no se presentará a las elecciones catalanas del 27-S si no hay una lista única de país entre Convergència i Unió y Esquerra. Porque no quiere que le obliguen a escoger, y porque cree que esto es lo que le conviene a Catalunya. Y aun añadió que ve posible formar un gobierno de coalición o de concentración. Admite que hay susceptibilidades y diferencias entre Artur Mas Oriol Junqueras; hasta hace cosa de diez días, desconfianzas incluso, pero cree que se pueden superar.

Vidal vuelve a poner sobre la mesa el hecho de ir juntos ocho días después de que el Centro de Estudios de Opinión señalara bien claro que el independentismo estaba retrocediendo lentamente en Catalunya. Y que si se presentan separados y después se suman los resultados de CiU con los obtenidos por Esquerra no conseguirán la mayoría absoluta. Les haría falta la CUP, que ayer también aprobaba dos documentos: una hoja de ruta hacia la independencia y un documento de bases que invita a formaciones no independentistas como Podemos a sumarse al proceso constituyente. 'E pur se muove', piensan algunos. Quizás sí que se inicia una nueva fase. Está claro que hay que sentarse y hablar mucho y que el calendario electoral no ayuda nada.

La dinámica de consecución de poder que los partidos legítimamente buscan conseguir en las elecciones choca con la posibilidad de entente necesaria para avanzar en el proceso.

Hoy mismo hay elecciones, en Andalucía. Las fuerzas políticas que se presentan no son las hegemónicas actualmente en Catalunya, pero es muy interesante ver qué apoyo reciben los nuevos partidos y las viejas formaciones. Veremos si los nuevos están suficientemente maduros y la ciudadanía los ve suficientemente sólidos o si todavía están demasiado gaseosos, como el humo de magia de plató de televisión. Y se comprobará también si los viejos partidos, que se arrastran por los juzgados, desgastados por años de ejercer el poder con una manga bastante ancha para vestir la corrupción, resisten. Puede ser que ganen, pero esta vez no con el mismo peso ni con la misma impunidad.

Andalucía no es Catalunya. Pero lo que pase hoy en Andalucía y después en Catalunya interesa por motivos muy diferentes a Andalucía, a Catalunya y a España.