Al contrataque
La Catalunya de la rabia
Xavier Sardà
Periodista
Es licenciado en Ciencias de la Información, con una amplia trayectoria en radio y televisión. Su actividad se centra actualmente en tertulias de carácter político.
XAVIER SARDÀ
Hay cosas que no se deben decir porque dan rabia. Son cosas incómodas y de pésima educación. He aquí algunos ejemplos.
Hay quien dice que ver al conseller de Justícia, Germà Gordó, cantando Els segadors ante el Palau de Justícia de Barcelona es como si el conseller de Interior pidiese la independencia delante de una comisaría de los Mossos. Por cierto, que la esposa del conseller es vocal del Consejo General del Poder Judicial:
-¿Cómo ha ido el día, marido?
-Bien, desacreditándote un poquito...
-¡Qué rabia! ¿Estaba la Fernández Bozal?
Hay gente sin pasión independentista que tiene la mala inclinación de sentir simpatía por la CUP. Es una simpatía fraudulenta ante la posibilidad de que no vote a favor de Mas. Difícil tarea la de elegir entre el rutilante Companys II o los turbodesobedientes. Es una duda atómica para los patriotas soberanistas, en la que los demás no deben entrar. Sentir ilusión por la desgracia ajena trae malas consecuencias o nuevas elecciones.
Bajo ningún concepto hay que decir que hay empresas catalanas que tienen un plan B por si las moscas. ¿Habría marchado alguna de ellas si el sí hubiese sobrepasado el 50% de los votos. El mero planteamiento de un tema así es de puro mal gusto. Esto no es Quebec, de donde se marcharon, ante los dos posibles sí, el Royal Bank of Canada (primer banco canadiense), el Bank of Montreal (cuarto banco del país), Sun Life Assurance (primera aseguradora del país), el imperio cervecero Molson y Northern Telecom (la primera empresa de equipamiento de telecomunicaciones). Ni esto es Escocia, donde, cuando se dijo que iba a ganar el sí, se la pegaron en la bolsa las grandes empresas escocesas.
Otra desfachatez impropia es pasar de todo. Da rabia. Hay ciudadanos que quieren que el procés avance, o se pare o gire o se desarrolle o retroceda o se traslade o florezca o empeore o se acometa o se anticipe o ascienda o se agrave... ¡pero que acabe! Qué prisas, oiga.
Los malos catalanes abren cuentas en Zaragoza o Castellón. Da igual el banco en el que tengan el dinero. Reabren cuentas corrientes fuera por si aquí las cosas empeoran. Igual hace lo propio algún indepe despistado. Es fatal, pero hay quien lo dice sin pudor. Realmente, el dinero es asustadizo, y los corazones, convertibles.
Lo que definitivamente es fatal es considerar la posibilidad de comprarse un piso en Madrid. Si uno es catalán y quiere invertir en tocho, debe hacerlo en su ciudad. Hay catalanes que sigilosamente compran en Madrid por cuestiones meramente fiscales y por temores infundados. Fatal. Se empieza así y acaba empadronándose uno en la capital por lo de las sucesiones y todo eso.
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