El pulso soberanista

Catalunya y Europa, la realidad y la ficción

El Tratado de la UE indica que la pérdida de la ciudadanía española implica la pérdida de la europea

JOSEP BORRELL

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Desde Bruselas nos han dicho de varias y muy claras maneras que una Catalunya independiente no sería de forma automática un nuevo Estado miembro de la Unión Europea. No dicen que quedaría excluida para siempre -y, ciertamente, la UE quedaría incompleta sin Catalunya-, pero la adhesión no sería automática ni inmediata. ¿Cuánto tardaría la admisión? Nadie lo puede saber, porque dependería de muchas circunstancias, entre ellas la forma en la que se produjese la separación. La realidad, y no la ficción que se empeña en imaginar el Govern de la Generalitat, es que la adhesión de un nuevo Estado requiere una modificación de los tratados aprobada por unanimidad. Aunque el nuevo Estado resulte de la escisión de un miembro. E incluso si la separación se produce de acuerdo con sus normas constitucionales. Una declaración unilateral de independencia no sería aceptada por la UE en virtud de lo dispuesto en el artículo 4.2 del Tratado de la Unión (TUE), por el que se respeta la integridad territorial de los estados miembros.

En marzo del 2004, cuando yo aún no era presidente del Parlamento Europeo, la Comisión Europea dictaminó: «Cuando una parte del territorio de un Estado deje de formar parte de ese Estado, porque se convierta en un Estado independiente (...), desde el día de su independencia se convertirá en un tercer Estado con relación a la UE y los tratados ya no serán de aplicación en su territorio». El presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, reiteró que el Tratado de Lisboa no había aportado ninguna novedad al respecto. Lo han repetido al menos los comisarios Barnier y Almunia, los portavoces de la Comisión y del Parlamento Europeo.

¡Debería estar claro! Pues no. Nos siguen contando que todo esto se arregla políticamente, que la UE no puede prescindir de Catalunya, que Europa no se atreverá a expulsar a siete millones de catalanes sin perder su alma, que si Alemania del Este pasó a formar parte de la UE al unirse por las buenas a la República Federal por qué Catalunya no podría hacerlo si se separase por las bravas de España, que a fin de cuentas los catalanes ya somos ciudadanos europeos, que podríamos seguir en el euro y en el mercado interior, que los bancos españoles no perderían el acceso a la liquidez del BCE...

Así pues, digan lo que digan el TUE y las autoridades comunitarias encargadas de velar por su cumplimiento, háganle caso al señor Homs, porque gracias a su amplia experiencia internacional (¿!!?) nos asegura que esas cosas se arreglarán con un apaño político, apoyados por Lituania. Y por supuesto que los que opinan lo contrario tratan simplemente de amedrentar y asustar a los partidarios de la independencia. A nuestros futuros socios europeos les debe sorprender esta interpretación de la efectividad del TUE. Como si fuese algo maleable, deformable a voluntad en aspectos que están tan absolutamente claros.

O se creen lo que dicen y viven fuera de la realidad, o tratan de confundir a la gente con argumentos que en Bruselas no son una buena tarjeta de visita. La realidad es que la UE se rige por sus tratados. El artículo 52.1 del TUE cita a cada uno de los miembros. Para incluir a Catalunya habría que modificarlo por unanimidad del Consejo Europeo y ratificarlo cada Estado. Así se ha hecho con Croacia. El artículo 9 dice que son ciudadanos de la UE los que tienen la nacionalidad de un Estado miembro. Luego la pérdida de la ciudadanía española implicaría la de la europea, que se superpone a la española sin sustituirla.

Sí, una Catalunya independiente podría seguir usando el euro. Montenegro lo hace, de forma pasiva, sin participar en ninguna de sus instancias de decisión. Sí, Catalunya podría negociar un tratado de asociación comercial. Noruega y Suiza lo tienen. No haría falta la unanimidad, bastaría con una mayoría sólida del Consejo. Pero no estaría nada claro que la tuviésemos ni cuánto tardarían las negociaciones.

NO, LO DE ALEMANIA no tiene nada que ver, como indica el más elemental sentido común. No, la UE no nos expulsaría; simplemente tomaría nota de que hemos dejado de pertenecer a un Estado miembro. Sí, Catalunya es muy importante, pero la fría realidad es que representa el 1,5% del PIB de la UE y nuestra aportación al presupuesto comunitario es bastante prescindible. No, no creo que los bancos catalanes se pudiesen acoger a la liquidez del BCE por la parte de su negocio en Catalunya, ni siquiera a través de sus filiales fuera.

Esta realidad puede no importar a quienes piensen que la independencia es un bien superior por el que merece la pena asumir costes elevados como la exclusión de la UE. Están en su derecho. Pero no hay derecho a construir ficciones para confundir a los ciudadanos con propuestas que se saben imposibles.