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Cata y Luña

RISTO MEJIDE

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Paren máquinas. Ya tengo la solución. No se peleen más, que ya la tengo. Llevo una semana esperando a alguien que se diese cuenta de lo evidente, pero como nadie con entidad lo dice, ya lo digo yo. Lo que hay que hacer no es desgajar Catalunya de España, esa opción ya está visto que no nos trae más que dolores de cabeza. Lo que hay que hacer es separar a Catalunya de sí misma. Como sucedió con Checoslovaquia en 1993, escindirse por dentro de forma pacífica y acordada, dando lugar a dos estados independientes pero la mar de amigos. Pues por qué vamos a ser nosotros menos, hagamos lo mismo aquí. Oye por qué no. Dos grandes y libres. Con un par de cops de falç.

Surgirá así una parte a la que llamaremos Cata. Allí habitarán en paz y armonía el 47% de los anteriormente conocidos como catalanes, ahora reconocidos como catans. Será un territorio irregular e inconexo, pero incluirá por ley el ábside de la abadía de Montserrat, la plaza Major de Vic, la sede social de la ANC, una acera por quincena de la Meridiana, el 3% de las propiedades de la familia Pujol, un Palau de la Música Catalana reconvertido en motel cuco de carretera y las 15 sedes embargadas de CDC. Cata, o La Cata, como la llamará Aznar en la intimidad, será una república independiente y como tal, sólo rendirá cuentas a Europa durante la emisión de Eurovisión, y siempre y cuando sus vecinos les otorguen algún punto más que a Guayominí. Para qué investir un solo President cuando puedes investir a cuatro o cinco, uno para cada día de la semana laboral. Que no te gusta la política del President de hoy, te esperas 24 horas y todo va a Mas. No es maravilloso. Yo es que soy de los que oposito los martes. Pues relájese el resto del tiempo, ¿un carquinyoli? La putada será al que le toque gobernar el lunes. Ni herencia recibida ni leches. Fijo que acaba imputado -perdón, investigado- y condenado hasta por mirarnos mal.

Los catans sólo verán noticias de TV3, con lo cual se ahorrarán tener que consumir series, novelas y en general cualquier contenido de ficción. Tampoco harán falta ni AVE ni corredor mediterráneo, pues el Govern garantizará mil setecientos catorce castellers por cada peaje y una plantación de calçots en cada rotonda.

Todo será así de perfecto con el cambio de estatus.

Y es que la otra parte, la nueva Luña, así, con una eñe bien grande y libre, que refleje su intención de seguir siendo española, tomará el testigo como décimo séptima Comunidad Autónoma del Reino de España y representará al otro 52% de los excatalanes. El nuevo territorio incluirá, entre otras plazas, las de toros, las partidas de mus, el balcón derecho del Ayuntamiento de Barcelona y los juzgados de primera instancia de Baqueira Beret.

Los luñenses, además, se convertirán automáticamente y por decreto ley en los más solidarios del Estado español. Donarán el 100% de sus ingresos a ciertas cuentas en Suiza, así como derecho de pernada para cada pubilla y un pamtomaca por cada 100.000 botiflers. El candidato para hacer de Supermán sobre las vías de Rodalies será el que resulte ganador de un talent show llamado Tu ERE me suena. A los luñenses no se les permitirá estudiar ni mucho menos practicar su propia lengua a la luz del día, y para obtener el carnet de identidad deberán tatuarse en el culo la frase Recuerda que Luña no es una nación. Se acabará con la pobreza energética de un plumazo en cuanto el Gobierno firme el almacén subterráneo de gas Castor II en unas condiciones tan ventajosas que nos las quitarán de las manos.

Los luñenses jamás confundirán platos con vasos, y se volverán adictos a los servicios informativos de Televisión Española, con lo cual enseguida quedarán deslumbrados por lo bien que marcha el país. La sanidad, el paro, así como el resto de problemas que puedan preocuparles, serán los que decida el Tribunal Constitucional, que dejará de disimular y a partir de ahora será elegido por primarias.

Por último, no se nos escape que un porcentaje de inadaptados nos veremos obligados a habitar la frontera entre Cata y Luña, en terreno siempre fronterizo, resbaladizo y pantanoso. Ante semejantes indeseables, señores de ambos lados, mano dura. Sin postre todas las noches. Y a dormir sobre plegatín sueco. Por chaqueteros. Por indecisos. Por cagaos.

Sí, ya sé, puede que esta solución un tanto absurda no garantizase la satisfacción del 100% de los implicados.

Pero bueno, estemos tranquilos, ahí están nuestros competentes políticos capaces de consensuar una que sí lo haga.