Casi nada que negociar

Sin presupuestos ni lista única, Mas debe optar entre comicios o un 2015 agónico

XAVIER BRU DE SALA

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Ya han quedado claros los tres puntos principales: 1, Oriol Junqueras se niega a incorporarse a la gran lista por la independencia propuesta por Artur Mas; 2, Junqueras propugna una vía exprés hacia la independencia como alternativa a los 18 meses de Mas; y 3, ni Junqueras ni Miquel Iceta tienen la menor intención de apoyar los presupuestos del 2015, si no es que Mas abandona sus posiciones para convertirse en monaguillo de del uno o del otro. La situación que vivimos los catalanes puede ser muy compleja, pero en este punto, la descripción del panorama es tan sencilla como aquel garabato del cole que consistía en dibujar de un solo trazo un 6 y un 4 y enlazarlos con media circunferencia, mientras se recitaba, "con un seis y un cuatro aquí tienes tú retrato". ¿Qué caramba tienen que negociar? El único acuerdo posible es un punto común en las candidaturas independentistas, y si no acaban de encontrar las palabras precisas y les da vergüenza pedirlas a cualquier estudiante de ESO, a buen seguro que el juez Santiago Vidal se lo redactará a cambio de salir en la foto. ¡Que se la hagan y no mareen más!

Ahora, todos los catalanes con un mínimo de luces esperan tan solo una cosa: la fecha de las elecciones. Es prerrogativa del 'president' Mas, pero depende sobre todo de una dinámica que él mismo ha contribuido como nadie a acelerar. Imaginemos una bolera. La pesada bola negra ya fue lanzada tiempo atrás. Rueda por el largo pasillo blanco. Los bolos, derechos al final, impertérritos, a la expectativa. ¿Tumbará más de la mitad y por lo tanto habrá un primer mandato democrático favorable a la independencia? Es lo que hay que saber, y la incógnita solo se puede resolver con unas elecciones, las famosas plebiscitarias. Si hasta ahora el presidente ha conseguido dos objetivos que a priori parecían obra de titanes, arrebatar el liderazgo del independentismo a Junqueras y presentarse como la encarnación de la unidad, las dilaciones le perjudicarán. Ya decía Montaigne que la vida es ondulante. Después de las subidas vienen las bajadas. Mas ya no dispone de más margen de ascenso, pero si se entretiene mucho puede desmochar e incluso perder el aura que, contra todo pronóstico, le ha devuelto el primer puesto en los sondeos.

Si no hay lista única o gran lista con Mas, Juqueras, ANC Òmnium, que no la hay, y si no hay acuerdo para aprobar los presupuestos, que no lo hay, Mas debe optar entre anunciar la fecha de las elecciones o arriesgarse a un 2015 agónico. Que hasta ahora las cosas le hayan salido bien, mucho mejor de lo que los más optimistas entre sus partidarios osaban esperar, no significa que de ahora en adelante tenga bula para hacer lo que le plazca. El independentismo, nervioso, puede pasar de vitorear a abuchear de un mes al siguiente.