La carpeta Sandro Rosell

El expresidente del Barça, Sandro Rosell, sale detenido de su domicilio en la calle Deu i Mata por la guardia civil.

El expresidente del Barça, Sandro Rosell, sale detenido de su domicilio en la calle Deu i Mata por la guardia civil. / FERRAN NADEU

ALBERT GUASCH

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Algunos de los titulares de la prensa internacional: "El expresidente del Barça Rosell, detenido en una redada policial" ('The Guardian'). "El expresidente del Barcelona Sandro Rosell, arrestado tras ser acusado de blanquear dinero" ('The Sun'). "Un expresidente del Barcelona es arrestado en una operación de corrupción" ('The New York Times'). 

Es obvio que la imagen del Barça se ha visto arrastrada por el polvo. Aunque pretenda el club con toda lógica distanciarse y reducirlo a asuntos personales, Sandro Rosell ha manchado la marca del Barça, algo tan preciado y cultivado. 

Solo faltaba este miércoles la confirmación de la pena de Leo Messi por fraude fiscal por parte del Tribunal Supremo. El Barça se proyecta ahora más por sus líos con la Justicia que por su excelencia futbolística. Por si no fuera todo ello suficiente, el 'caso Neymar' reemergerá pronto y pondrá al imputado Josep Maria Bartomeu en los titulares mundiales de nuevo. 

Cierto que, en el caso del expresidente, conviene aguardar al levantamiento del secreto de sumario. En el más puro estilo Sandro, él a través de su abogado se proclama tranquilo. Este jueves se conocerán más detalles. Y se sabrá si esa tranquilidad tiene más fundamento que esa sonrisa autoimpuesta al salir de su casa tras 10 horas de registro.

Al margen de lo que diga el sumario, al Rosell barcelonista hay que agradecerle fichajes atados gracias a las buenas conexiones brasileñas que ahora le tienen en serios apuros. Y al margen de lo que diga el sumario no se puede ignorar que su figura ha resultado muy tóxica en la convivencia social azulgrana en los últimos años. Posiblemente como ninguna otra en una competición en la que no escasean participantes.

Su mano conspiradora estuvo detrás de una tensa moción de censura, una corrosiva acción de responsabilidad social, un divisivo contrato como el de Catar y un chapucero contrato con Neymar. La vida azulgrana no ha sido sana bajo su influencia directa. Es la suya una carpeta que también conviene cerrar.