La fuerza tranquila de Muriel

Tenía todas las virtudes del 'procés' y ninguno de sus defectos

Muriel Casals, en la constitución de las comisiones del Parlament de Catalunya en 2016.

Muriel Casals, en la constitución de las comisiones del Parlament de Catalunya en 2016. / periodico

CARLES PUIGDEMONT / 'President' de la Generalitat

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La muerte inesperada y prematura de Muriel Casals nos deja sin una de las voces y personalidades que ha contribuido decisivamente a cambiar la historia reciente de este país. Todas las Muriel que hay entre los que la hemos conocido en alguna de las etapas de su vida son la misma, y lo adivinamos enseguida cuando nos ponemos a hablar de ella; da igual si es alguien que la haya visto trabajar desde su temprano compromiso político o alguien que haya visto la última versión. Siempre era la misma en el carácter y las convicciones, en la manera de expresarse y en el modo de tratar a los demás. Hablar de política, de cultura, de lengua o de país era un todo, y por eso Muriel contemplaba esta etapa del país con una ilusión emocionada que apenas podía disimular, sobre todo en las grandes ocasiones. Una etapa en la que todo lo que le ha importado a lo largo de la vida confluía en un proyecto coral: la independencia de Catalunya empujada desde la sociedad civil, de manera transversal y con la complicidad de la política parlamentaria de la que ella había aceptado de formar parte como último acto de servicio.

Desde su condición de mujer progresista y desde su catalanismo profundo, leyó la evolución del país y vio que la independencia era la única salida para los anhelos sociales y nacionales por los que había luchado siempre. Y por eso tenía claro siempre que el soberanismo debía ser transversal para ser mayoritario y trabajó con insistencia para ensanchar las bases. La sonrisa con que Muriel Casals explicaba siempre las cosas ayudaba a sumar complicidades. Porque ella ejemplificaba mejor que nadie lo que ya se conoce como la 'revolución de las sonrisas'. Es nuestra manera de hacer las cosas, con una sonrisa en los labios, con la fuerza tranquila que nos da saber que somos mayoría, con la gente y con las urnas. Una mayoría que ella había ayudado a hacer grande y que sabía que aún debemos hacer más grande. Muriel estaba llamada, en su condición de presidenta de la comisión parlamentaria de estudio del proceso constituyente, a tener un rol fundamental en la consecución del proyecto colectivo que ha movilizado a tantas y tantas personas.

Luchadora por la democracia, defensora de los derechos de las personas, comprometida con la lengua y la cultura, con la cultura de la paz y la solidaridad, Muriel es un referente ético a seguir. En tiempos de crisis de la política, los valores de Muriel son los que tenemos que defender y reivindicar: la honestidad, la coherencia, la sencillez, la discreción, la ternura .... No estaríamos aquí y de esta manera sin el esfuerzo, a menudo discreto, de algunas personas muy determinadas. En los momentos más difíciles del proceso, su papel ha sido determinante. Y siempre rehuyendo los focos, con esa humildad que la caracterizaba. Muriel tenía todas las virtudes del 'procés' y ninguno de sus defectos. La recordaré con un agradecimiento infinito en aquellas pequeñas horas en que todo parecía peligrar (en más de una ocasión, todo hay que decirlo) y emergía, casi sin darse cuenta de ello, la voluntad indoblegable de una mujer que físicamente podía parecer frágil pero que tenía todas las fortalezas que se pueden tener en el mundo civilizado: cultura, diálogo, paciencia ... y convicciones basadas en una búsqueda esforzada del bien común.

Cuando la veía preocupada, yo me preocupaba mucho; cuando la veía felizmente emocionada, me conmovía y me hacía feliz verla feliz y sabía que íbamos bien. Se le podía escapar a la vez una sonrisa tímida, una mirada cómplice y alguna discretísima lágrima difícil de contener para expresar, estas últimas semanas entre la investidura y el accidente, todo lo que sentía ante el reto que teníamos -y tenemos- al delante. Ella ha sido una de las personas más importantes y decisivas en este 'procés', y le debemos renovar y redoblar el compromiso para llegar hasta el final. Recordaremos a Muriel, recordaremos su ejemplo que ennoblece el país y sabremos completar el sueño que tanta gente como Muriel ha ayudado a hacer posible y luminoso. Ganaremos por ella.