La rueda

El Capitán Mora

Hoy el personaje creado por el fallecido escritor catalán sería tachado de islamófobo

JOAN OLLÉ

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Como Pepe Isbert en La gran familia, también mi abuelo vivía en casa, donde disponía de un despacho desde el que emitía facturas, albaranes, letras, pagarés y otros documentos contables de la época. El pequeño negocio doméstico consistía en distribuir los juguetes imaginados por mi tío Eugeni, entre los que cabe destacar un visor de imágenes en tres dimensiones, una muñeca a la que a través de una pantalla de rayos X se le veía el esqueleto (lo juro), así como unas bolsitas de celofán que contenían a Sigrid, Crispín, Goliat y el Capitán Trueno.

Con estos muñequitos de apenas cinco centímetros, mi vecino de escalera y yo recreábamos en vivo y en directo las imágenes y las palabras (¡malditos sarracenos!) que la editorial Bruguera nos ofrecía semanalmente. En compañía de nuestros cuatro héroes (la reina de Thule, el hijo de un noble de la Catalunya Nord, el primogénito del conde de Normandía y el barbudo Cascanueces) no solo vencimos a los infieles sino que, además, nos tuteamos con Ricardo Corazón de León y Genghis Khan, y, montados en el globo aerostático del Mago Morgano, avistamos el Nuevo Continente tres siglos antes que Colón. Hoy, el Capitán Trueno sería tachado de islamófobo.

Leo en EL PERIÓDICO la muerte de Víctor Mora y vuelve a mi nariz el olor a calcomanía de las figuritas de mi abuelo. Y me siento un poquito más solo, sin mayores.

Gracias, Víctor, por tu lucha y tu bondad, por tu cárcel y tu exilio, por tu buena literatura, pero, sobre todo, por aquel mundo de lápiz que el dibujante Ambrós y tú imaginasteis para nosotros, los chavalines de la época.

En el capitán Trueno y en el Jabato había tanta violencia como ideales, pero una y otros eran de mentira. Encaramados en el globo del Mago conseguimos sobrevolar la mísera realidad franquista, Descansa en paz, Capitán.