Pequeño observatorio

El canto, al servicio de la salud

Qué saludable respiración, qué placer para los músculos abdominales, el cortisol y la oxitocina

JOSEP MARIA ESPINÀS

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He leído con gran interés lo que ha escrito Joan Fernández en La Vanguardia. Ha señalado la importancia del canto coral como musicoterapia. Dice que los psicólogos y educadores saben la importancia que tiene la música para fomentar la cohesión y la inserción social. Los corazones son instrumentos educativos. Jordi A. Auset, especialista en neurociencia musical -el mundo de las especialidades ha llegado a una multiplicación increíble- asegura que cantar en un coro ayuda a construir una gran relación de confianza, de cohesión con los compañeros, e incluso de generosidad. Dice que es una actividad efectiva contra los estados de estrés y depresión. Explicación técnica: «El canto aumenta los niveles de cortisol y de oxitocina, hormona que refuerza la autoconfianza y el nivel de bienestar personal».

El profesor Welch añade que la respiración profunda fortalece los pulmones, mejora la circulación de la sangre y tonifica los músculos abdominales. A mí siempre me ha gustado cantar, y en la época de la Nova Cançó lo pasé muy bien. Naturalmente, procuro no ir cantando por la calle con un volumen considerado saludable, porque me tomarían por loco.

No creo que si a veces voy canturreando por casa haga ningún ejercicio saludable, simplemente es para mí un momento de pequeño placer, modestísimo y prácticamente inconsciente. Sí que en algún momento de un viaje a pie me he encontrado cantando; evidentemente, si el camino no subía.

Catalunya se ha caracterizado, desde hace tiempo, por tener muchas corales repartidas por todo el país. Se podría decir que cada pueblo tiene -o ha tenido- la suya. Más de una vez me he detenido a escuchar sus cantos. Qué ejemplo de convivencia entre los cantantes, qué esfuerzo gratuito, qué voluntad de disciplina. Ahora ya sé que podría añadir: qué saludable respiración, qué placer para los músculos abdominales, el cortisol y la oxitocina. Y qué lección de alegre y respetuosa complicidad.