La rueda

Candidatos altamente contaminantes

SAÜL GORDILLO

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Si usted vive en una población donde saluda al alcalde por la calle y conoce a sus vecinos, fíjese en las próximas semanas y meses porque el espectáculo municipal puede ser divertido. Los concejales se multiplicarán, asistirán a todos los festejos para repartir abrazos y besos entre sus conciudadanos, convertidos en potenciales votantes en las elecciones de la primavera del 2015. Los candidatos comprarán en los comercios de proximidad, harán un uso intensivo del espacio público y participarán en todas las movidas culturales y cívicas imaginables. Serán unas máquinas; no pasarán nunca por su casa porque todo el día estarán en la calle tras haber llegado a un pacto con sus parejas. «Después de las elecciones todo volverá a la normalidad, cariño.» A todo esto habrá que añadirle una presencia muy contaminante en las redes sociales. Horror.

En esta larga campaña electoral habrá un factor añadido: el transfuguismo inevitable por el derrumbe del sistema de partidos. Los socialistas catalanistas flirtearán con otros partidos, en busca de una oferta irrechazable para abandonar unas siglas de capa caída. Los republicanos serán los más simpáticos y envidiados, conscientes que el tsunami les va a favor. Los convergentes serán más prudentes, pero íntimamente confiarán en un pulso soberanista superado con nota por sus dirigentes. Los conservadores del PP se moverán en la discreción, por aquello del voto oculto y los apoyos inconfesables. Los ecosocialistas y de la izquierda alternativa coincidirán en mil y un saraos, y cada día se preguntarán unos a otros en qué órbita están. A los xenófobos no les verán ni conocerán hasta la noche de las elecciones, cuando descubrirán que sus vecinos les han votado y ya están en el ayuntamiento.