La clave

Camp Nou, las voces y los ecos

JUANCHO DUMALL

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Cuando se celebra un concierto de alto voltaje ideológico, como el que el sábado reunió en el Camp Nou a casi 90.000 personas conviene mirar detenidamente los análisis de la prensa de Madrid, tan aficionada a poner el termómetro del soberanismo en los símbolos y en las grandes manifestaciones. Tres de los cuatro cabeceras de la capital,El País,El MundoyLa Razón, llevaban el macroconcierto a sus portadas. «Catalunya canta a la independencia», titulaba el primero. «Delirio independentista», señalaba la cabecera que dirigePedro J. Ramírez. «Desconcierto independentista en el Camp Nou», replica el diario deFrancisco Marhuenda.

¿En qué se basaba ese desconcierto denunciado por La Razón? Pues, sorprendentemente, en que ni elpresident,Artur Mas, ni el líder de Unió,Josep Antoni Duran Lleida, asistieron al acto. Por supuesto, ese diario no ahorraba calificativos, de manera que el concierto era tildado de «festival de coros y danzas» y de acto de «independentismo demodé». Más comedido,El Mundosubraya que las 90.000 personas vivieron la noche «entre la nostalgia y la exaltación».

¿Y elAbc?, se preguntarán. Perfil bajo. Muy bajo. Solo media página con un titular no dedicado precisamente aLluís Llach: «PP y C's exigen saber el coste del concierto independentista».

Peret y Ramoncín

En resumen, pocas novedades en el quiosco. Es más fácil mostrar desprecio hacia el independentismo catalán, burlarse de la rumba de Peretpasarle la mano por la cara altraidorRamoncín (¡un madrileño en semejante contubernio!) que analizar por qué la convocatoria fue un éxito y, en general, por qué avanzan en los sondeos las fuerzas políticas que están por la secesión.

No fue, evidentemente, toda Catalunya la que el sábado cantó a la independencia -como podría dar a entender el citado titular de los colegas deEl País- pero el concierto tampoco puede despacharse como si se tratara solo de una concentración de nostálgicos de la Nova Cançó. Como en la transición, detrás de los himnos y de los versos inflamados había una reivindicación política concreta que seguirá viva con estaca o sin estaca.