Editoriales

Cameron siempre pierde

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Sea la opción que sea la que gane hoy el referendo de Escocia sobre su independencia o su continuidad en el Reino Unido, el envite ya tiene un claro ganador y un también claro perdedor. Alex Salmond, el líder nacionalista, había planteado una consulta con tres respuestas, sí, no o lo que se ha llamado la devo-max, es decir la máxima devolución de poderes al Parlamento de Holyrood. No era ningún secreto que Salmond optaba por la amplísima autonomía encerrada en esta tercera posibilidad sabiendo que sería la ganadora. ¿Quién no iba a querer más competencias para Escocia? La victoria de esta opción orillaba además una crisis constitucional entre Londres y Edimburgo y evitaba un montón de problemas.

David Cameron jugó de listo y aceptó elaborar una ley para permitir el referendo a cambio de que hubiera solo dos opciones en la papeleta, en el convencimiento de que los escoceses se inclinarían por el no. Los referendos deben de ser una de las armas que carga el diablo porque a medida que el 18 de septiembre se aproximaba, la posibilidad de que hoy gane el  a la independencia ha ido creciendo. Ante esta inesperada eventualidad, Londres -en este caso equivale a decir los partidos conservador, laborista y liberal-democrático-, han desarrollado una campaña de seducción al electorado prometiendo una ampliación de su autonomía si deciden permanecer en la Unión. Es decir, algo próximo a lo que quería Salmond y a lo que Cameron se había negado con lo que en su momento parecía una jugada maestra. Si gana el , Salmond habrá logrado la independencia para Escocia. Y si gana el no, podrá exigir el pago de las promesas.

Por el contrario a Cameron, y en cualquiera de los dos casos, se le abre un panorama completamente adverso. Puede ser el primer ministro que perdió Escocia, pero puede ser además el que sumió al Reino Unido en una crisis constitucional inédita porque, además de Gales, que quiere mayor autonomía de la que ya dispone, varias regiones se sienten agraviadas por las ofertas hechas ahora desde Londres, especialmente cuando cada escocés obtiene al año alrededor de 1.756 euros más que el resto de los ciudadanos británicos, y ya reclaman poderes propios. Las urnas decidirán hoy qué gana y qué pierde, pero ya sabemos quién gana y también quién pierde.