Cambio o parálisis

JOAQUIM COLL

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Los nuevos registros de la Guardia Civil en la sede de CDC y en varios ayuntamientos, la detención del tesorero del partido, del director de Infraestructures de la Generalitat y de diversos empresarios vinculados a la trama del 3% agudizan la fase pantanosa en la que se encuentra la política catalana tras el 27-S. Consciente de la parálisis por las dificultades de la negociación con la CUP, Artur Mas quería ofrecer a las 'tietes' independentistas otro subidón con la firma solemne en la Galeria Gòtica del Palau del decreto de constitución del nuevo Parlament, retransmitida por 'teleprocés'. Pero las investigaciones de Josep Bosch, un juez catalán de 30 años del juzgado de El Vendrell, le chafaron el anunciado espectáculo. Si la semana pasada, Mas salió reforzado tras el numerito ante el TSJC por la querella del 9-N, ahora la posibilidad de ser investido con los votos de la CUP se tuerce bastante con este durísimo golpe judicial. Como constató ayer el 'expresident' José Montilla, si había una trama de comisiones para financiar a su partido, resultaría sorprendente que Mas no supiera nada.

Mas está tocado, pero no tanto por los casos de corrupción, que ya están muy descontados, sino por unos resultados electorales que le dejan nuevamente en precario. En realidad, camina en la cuerda floja desde el 2012, pero no está hundido, y va a luchar hasta el final por renovar la presidencia o conservar el poder mediante fórmulas imaginativas. Podría acabar siendo 'conseller en cap' nombrado por una presidenta de la Generalitat decorativa, avalada por la CUP. Antes se abrirá el capítulo de 'La Catalunya de Artur Putin', por trazar un interesante paralelismo, que un adelanto electoral en marzo. Esta amenaza se está utilizando en las negociaciones con los 'cuperos', pero todo el mundo sabe que sería un suicidio para el separatismo, amén del final definitivo de Mas y seguramente también de su partido.

Estamos sumergidos ya en la dinámica de las generales. A diferencia de la encharcada situación catalana, la política española respira un ambiente de cambio, de nueva etapa. Vamos a asistir a debates sobre propuestas de reforma a cuatro voces que van a ser un viento de aire fresco. El PP puede acabar en la oposición a la que Ciudadanos crezca un poco más en algunas provincias, y el PSOE logre afianzarse en el terreno que le ha comido Podemos por la izquierda sin perder credibilidad por el centro. Todo indica que JxSí no repite como coalición, estrategia preferida por ERC para poder atraer parte del voto de la CUP, plataforma que en un ejercicio de coherencia no concurre a las elecciones españolas. Si antes del 20-D el separatismo no logra elegir un nuevo Govern, con Mas o sin él, la dinámica de cambio en España va a contrastar fuertemente con la situación de lío y parálisis en Catalunya.