El cambio en Europa pasa por Atenas. Suerte, Alexis

Ernest Urtasun

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Hartos estamos de oír por los pasillo de Bruselas que Grecia será fulminantemente devorada por los mercados financieros en caso de victoria de Syriza, y que ello puede tener un efecto dominó en el resto de Europa. Algunos incluso se escandalizan por el efecto que pueda tener en España.

Eso no será así. Esta misma semana se han producido ventas de bonos e inversiones extranjeras en Grecia ante la perspectiva de que Syriza exija nuevas condiciones y ello no ha tenido ninguna traducción en la periferia, entre otras cosas porque el foco ahora no es sólo Grecia, si no también la perspectiva del inicio por parte del BCE de un programa de expansión cuantitativa y porque tras la famosa frase de Draghi de que haría  “todo lo necesario” para salvar el Euro, se terminó la crisis de la prima de riesgo.

Con este nuevo escenario, completamente distinto al de 2012, es absoutamente plausible que un nuevo gobierno griego pueda plantear una renegociación de los términos del rescate sin ser automaticamente expulsado del Euro ni entrar en bancarrota.

A pesar de ello, ya está en marcha la campaña del miedo contra la posible vitoria de Alexis Tsipras, campaña a la que se ha añadido vergonzamente la nueva Comisión Europea, que mandó al Comisario Moscovici de urgencia a Atenas hace poco días a hacer campaña directamente en favor de Samaras afirmando lo siguiente:

“La eurozona implica obligaciones, obligaciones mutuas. Cuando uno tiene una deuda, esa deuda debe ser reembolsada. La idea de no reembolsar la deuda es, desde mi punto de vista, suicida, con riesgo de bancarrota. Esto no lo digo contra Syriza, lo digo como constatación de la realidad”.

Así ha terminado el Gobierno Hollande, que ha pasado de prometer contestar el marco macroeconómico europeo a colocar a su Ministro de Finanzas en Bruselas para que actúe de abogado de la Troika ante los griegos. Esta declaración de la Comisión Europea es un ataque en toda regla contra Syriza que es del todo inaceptable en un continente que se dice democrático.

Todo ello son afirmaciones alejadas de la realidad, porque por mucho que pese a algunos, el programa que defiende Tsipras en estos momentos para Grecia es el único que responde a algo muy básico: el sentido común. Que el Comisario de Economía diga que no se puede reestructurar la deuda es ahistórico y económicamente aberrante. Más aún cuando la propia Comisión Europea auspició anteriores reetructuraciones en 2012, quita incluída.

No, Tsipras no pretende la salida de Grecia del Euro. No aboga por un impago unilateral de la deuda, como pretende sugerir Moscovici. Tsipras aboga por renegociar la deuda con los acreedores e impulsar la inversión. Algo tan elemental en  un país hundido durante años en la recesión, en el que la deuda no ha dejado de aumentar desde el inicio del rescate de la Troika. Una deuda que ya ha alcanzado el 180% del PIB y que no es sostenible en los términos impuestos por el memorándum. Es un secreto a voces que este nivel de deuda no será devuelto pero nadie quiere ser el primero en decirlo.

El problema de admitir el cambio que supone Syriza es el de asumir el fracaso de las políticas impulsadas en los últimos años. Un giro en Grecia dejaría en evidencia al hasta ahora infranqueable muro austeritario europeo. Tras tanto sufrimiento lo único que el Gobierno Samaras y la Troika han podido mostrar como victoria es un paupérrimo superávit primario en las cuentas públicas griegas de 1,5% este año. Y evidentemente sin contar los intereses de la deuda esa cifra no sirve para nada.

La vitoria de Syriza no sólo puede formatear el programa de la Troika en Grecia, también devolverá la esperanza de otro futuro a la ciudadanía griega tras más de 6 años de recesión, tras ver su producto interior bruto disminuir un 25% y tras lanzar a pensionistas y jubilados a la pobreza por los ajustes impuestos por la Troika.

En esta elección la izquierda europea se juega mucho. Nos jugamos mucho. Tras el fiasco del gobierno Hollande, la alternativa al bunker austericida europeo puede venir por Atenas, de la mano de Tsipras. Su elección puede suponer un punto de ruptura con lo hecho hasta ahora, supondría un paso trascendental para rearmar a la izquierda en Europa. A nosotros, a ICV y al resto de fuerzas de izquierdas en Europa nos tocará en el Parlamento Europeo armar un bloque que acompañe esa ruptura y le dé apoyo político. El inicio del giro europeo se juega en las próximas semanas en Atenas.

Suerte, Alexis.