Dos miradas

Caca

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Le podemos llamar excremento, suciedad y también caca, que es una de las primeras palabras que aprendemos y que después nos cuesta escribir, como en un artículo como este. O el residuo de los alimentos que han sido digeridos y que es eliminado a través del orificio anal, la manera correcta, ajustada y académica de hablar de las heces, que es como las bautizan los médicos cuando te encargan unos análisis. El hecho es que la caca es ahora una fuente de energía. Ya lo era, por supuesto, pero el informe del Instituto de Agua, Medio Ambiente y Salud de la ONU lo ha corroborado, con unos datos que llaman la atención. Hay unos mil millones de seres humanos que no usan el inodoro, sobre todo porque no tienen y sobre todo en India. Hacen sus necesidades, que es otra forma de hablar, en la calle, con lo cual se pierden los residuos que, una vez secos y carbonizados, podrían ser unos combustibles similares al carbón, con lo que significaría de ahorro energético. También lo sería el biogás que se podría lograr a partir de un tratamiento adecuado de las heces y que serviría para iluminar y calentar a millones de familias.

No sé si lo he acabado de entender, pero la idea es que, una vez conquistados, expoliados, sometidos, ensuciados y contaminados, ahora vendemos a los del tercer mundo el invento de su propia defecación como fuente de energía. Hemos destruido los bosques y ahora les informamos que vivirán por lo que cagan. Si es que antes pueden comer, claro.