Los 400 de Busquets

En  la terraza del restaurante L’Estanyol, en El Muntanyà, Johan Cruyff almorzaba antes de salir a jugar unos hoyos. Charlaba con un grupo de amigos y, como casi siempre, apareció el Barça sobre la mesa. Era principios de agosto del 2008 y Guardiola ya estaba al frente del primer equipo, en una decisión que Johan bendijo y que Laporta y Txiki tomaron en contra de muchas voces que pedían a gritos a Mourinho y a quienes es fácil reconocer ahora siempre que escriben o hablan de Pep, y nunca bien. 

En medio de la conversación, alguien le preguntó: «¿Y quién jugará en el centro del campo?». La lista de candidatos era imponente: Xavi, Iniesta, Touré y los recién llegados Keita y Hleb tras la marcha de Deco. Y entonces él, con aquella normalidad con la que podía decir la mayor de las cruyffadas soltó: «El que jugará seguro es Busquets». ¿Busquets? ¿Busquets? ¿Qué Busquets? Y ahí dejó el balón botando, entre la incredulidad y el respeto que solía provocar la palabra de Johan. 

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En el debut en la Liga, el Barça cayó en Numancia (1-0) y algunos corrieron a sentenciar a Pep. Busquets no jugó. Ni Pedro, la otra guardiolada que sí lo hizo ante el Racing en el Camp Nou (1-1). En medio de las críticas, con algunos apretando un poco más la soga a Guardiola, Johan publicó un artículo memorable en EL PERIÓDICO, uno de los muchos que vale la pena recordar y guardar y que refuerza ese aura de profeta que le acompañaba.

Habló del mejor partido en años en el Camp Nou y de un Barça que «pinta muy, muy bien». Hubo risas, claro, risas que unos cuantos tuvieron que tragarse. No hablaba por hablar. Tenía información privilegiada, por supuesto, hilo directo con quien solía ir a verle para pedirle consejo. Y en una de aquellas citas, Guardiola ya le habló de Busquets. Cruyff conocía al padre, pero del hijo sabía poca cosa. Como casi todo el mundo. Pero le dijo lo que le repitió hasta el último día: «Haz siempre lo que tú creas y sé valiente».

Ese día sí apareció el otro Busquets, Sergio, y de titular. Como Pedro. Y en ese mismo artículo Cruyff le elogió: «Técnicamente superior a Touré y Keita. Posicionalmente, apariencia de veterano. Con y sin balón. Con balón hizo fácil lo difícil: dar salida a uno/dos toques. Sin balón, otra lección: la de estar en el sitio justo para interceptar y recuperar corriendo lo justo. Y eso siendo joven e inexperto. Los mismos pecados que su técnico». Un retrato perfecto.

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Han pasado ocho años y esa guardiolada, ese nombre lanzado al aire en El Muntanyà, cumplió 400 partidos en el Barça. Sí, 400. Y un palmarés excepcional: 3 Champions, 6 Ligas, 4 Copas, 3 Mundiales de Clubs, 5 Supercopas de España y 3 de Europa, 24 títulos, además de un Mundial y una Eurocopa. La cifra, que le deja muy cerca de entrar en el top ten de jugadores con más partidos, quedó injustamente engullida por la decepción del empate ante el Málaga.

El mejor Barça ha coincidido con el mejor Busquets, de la misma manera que en los peores momentos pocos han sufrido más que él. Cada vez hay más días en que su papel en el campo queda minimizado aunque, paradójicamente, la sensación es que corre más que antes. Busquets nunca es un problema, pero sí es un síntoma. Para bien y para mal. Al Barça le convendría que siguiera cumpliendo el retrato que le hizo Cruyff.