Pequeño observatorio

Burrull y el corazón de la música

Tras el éxito de muchos cantantes había un músico que posibilitaba la calidad de la interpretación

JOSEP MARIA ESPINÀS

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El Petit Palau ha celebrado un homenaje a Francesc Burrull, compositor y pianista. Una figura que fue decisiva en el tiempo de la nova cançó. Ha sido uno de los actos públicos más bonitos a los que he asistido. La sala absolutamente llena. Burrull se merecía este reconocimiento, porque detrás del éxito de los cantantes había un músico que hacía posible la calidad de las músicas y de las interpretaciones. Su oficio y su sensibilidad se puso al servicio de aquellos cantantes que, a menudo, tenían más impulso creativo que dominio de las exigencias que suponía grabar un disco.

Puedo decir que asistí muy de cerca a la capacidad de Burrull de pulir y orquestar las canciones que se le presentaban. ¡Qué gran músico, en el sentido más amplio de la palabra músico! Y si se me permite el contraste de estas dos palabras, ¡qué gran modesto!

En el acto de hace pocos días, Burrull demostró cuánta energía y cuánta creatividad ha mantenido a lo largo de los años. Pero siempre renunciando al lucimiento. Y su discreción, añadida a su calidad de músico, entusiasmó al público asistente al acto.

No citaré todos los que salieron al escenario del Petit Palau en aquel homenaje, pero no olvidaré cómo Lita Torelló interpretó una canción que yo ya había olvidado, con letra mía y música de Burrull. Con qué inteligente delicadeza la cantó. Y pensé: ¿cómo se puede conservar -yo diría que mejorar- una interpretación al cabo de los años? ¿Y cómo Burrull conserva tanta energía y precisión en el trato con las teclas del piano?

No fue, únicamente, un emotivo revival. Fue un estallido de música en torno a un hombre que, habiendo ayudado años atrás a tantos cantantes, recibía unos aplausos que querían agradecerle la calidad del trabajo que había hecho.

Burrull siempre ha tenido un gran corazón. Y ha dado la razón al compositor Liszt: «La música es el corazón de la vida».