La clave

Buenos socios y parejas rotas

ALBERT SÁEZ

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El presidente de la patronal Foment del Treball, Joaquim Gay de Montellà -nada sospechoso de tentaciones soberanistas-, ha declarado este fin de semana en La Vanguardia que España «es un buen socio para Catalunya». Pocos días antes, la responsable de estudios y programas del Partido Popular en Catalunya, la emergente Andrea Levy, señalaba en E-notícies que «Catalunya y España tienen  una criris de pareja».  Leyendo las dos afirmaciones recordé una idea que puso en circulación el federalista Xavier Rubert de Ventós durante el debate del Estatut en el 2005: «Para abrazarse hay que ser dos», dijo a propósito de la proclamación de Catalunya como nación.

Tantas horas dedicadas a hablar de la independencia de Catalunya, primero en boca de los partidarios y ahora en la de los detractores, han tenido como consecuencia que se han saltado muchas fronteras verbales y... mentales. Solo esta circunstancia explica que Gay de Montellà y Levy abracen ahora las tesis de Rubert de Ventós que el Parlament puso negro sobre blanco en la declaración de Catalunya como sujeto político en enero del 2013. Quizá no todo está siendo tan estéril como algunos proclaman. El reconocimiento de Catalunya como sujeto político formado por todos los que hoy -no hace tres siglos ni 50 años- tienen aquí su vecindad permite casi todos los escenarios planteados: desde mantener la anexión a España hasta la secesión, pasando por la federación.

Estas voces son desde luego mucho más interesantes que las de los descerebrados que consiguen estos días cuota de pantalla hablando de la independencia, sea para promoverla -tipo Toni Albà con su escalofriante alusión a las víctimas del 11-M- o para frenarla, como la ocurrencia del neofalangista Félix Ovejero y su idea de que el referendo es innecesario porque los apellidos de origen español representan el 65% de los habitantes actuales de Catalunya.

Mundos paralelos

Se digan las barbaridades que se digan por una y otra parte, lo importante es mantener un solo debate por cansino que resulte sin encerrarse en mundos paralelos.