EDITORIAL

La buena salud del Salón del Cómic

Quedan lejanos los tiempos en que el cómic tenía como clientela casi exclusiva a un público infantil o juvenil

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Llegar a la cifra de 113.000 visitantes en sus cuatro días de celebración es un argumento imbatible para certificar la buena salud del Salón del Cómic, que ayer clausuró  su 33ª edición, otro dato de carácter histórico que avala una consolidada implantación. El género de la historieta representa un 2,5% del sector editorial en España y vive su semana de esplendor con la cita barcelonesa, la segunda en importancia en Europa por detrás de la de Angulema. Ya quedan lejanos los tiempos en que el cómic tenía como clientela casi exclusiva a un público infantil o juvenil. Da cuenta de ello el auge de las librerías especializadas y que también ha ganado mayor presencia en las  generalistas de grandes establecimientos.

El salón que dirige Carles Santamaria ha fotografiado con fidelidad esta expansión una variada oferta festiva y divulgativa que este año, además, amplió su espacio en Montjuïc de 32.000 a 36.000 metros cuadrados. Ha ido en paralelo al aumento presupuestario, de 672.000 euros en el 2014 a 726.000, con un aporte institucional de 148.000. Llegar a cubrir casi el 80% con recursos propios es mérito de los organizadores en un sector cultural al que se le acusa demasiadas veces, y con injusticia, de vivir subvencionado. El éxito del Salón del Cómic resalta, por otro lado, el tema pendiente de un museo de la historieta -ya localizado en Badalona y sin fondos asignados para su construcción-, que parece bastante más lejos que el que se planea en Barcelona sobre Woody Allen.