Un buen golpe

EMMA RIVEROLA

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(Muhammad Alídefendió en octubre de 1975 su título de campeón del mundo en Manila contra Joe Frazier. Fue uno de los grandes combates del boxeo y Alí tumbó a su rival con un fulminante golpe en el noveno asalto).

Dicen que la arrojó al río Ohio. Estaba furioso. Se acababa de enfrentar a un rival inconmensurablemente más potente, más letal que cualquiera de los que había encontrado en el cuadrilátero: una camarera le había denegado la entrada a un restaurante. A él, a todo un campeón… Un campeón negro. Dicen que siempre llevaba colgada al cuello la medalla olímpica, pero aquella noche la arrojó al río. No tenía motivos para sentirse orgulloso del país que había representado.

La historia quizá solo sea un bulo. Ya se sabe, cuando alguien se convierte en leyenda, la ficción parece encontrarle el gusto a engrandecerle todavía más. Otros aseguran que la medalla fue a parar al lecho fluvial a raíz de su negativa a combatir en Vietnam. «Ningún 'vietcong' me ha llamado 'nigger'», declaró en el momento más álgido de su carrera. Fue una de las escasas voces que se alzó para criticar una guerra que desangraría a su país. Su postura le condenó al ostracismo, pero la fuerza de sus puños y su valor le devolvieron el triunfo.

Después llegó el párkinson, la vejez… El 'ring' dejó de ser el terreno sobre el que libraba sus batallas, pero nunca permitió que el mundo que pisaba le resultara ajeno. Murió el pasado 3 de junio. Meses antes respondió a una de tantas ofensas de Donald Trump, un desprecio a los atletas musulmanes. Alí siempre supo a quién golpear.