Peccata minuta
El buen camino
El pasado lunes íbamos tan ricamente camino de Vic en el recién estrenado coche de Ivette y Joan cuando del cielo cayeron unas palabras: Al volant, tria el bon camí, como si Isaías o algún otro profeta o ángel del Señor desease revelar algo trascendental a los conductores de la C-25. Bueno, exagero un poquito, ya que las palabras eran de leds y no signos de fuego en el crepúsculo, y pendían, como otros indicadores de carretera, de recias estructuras metálicas.
A lo que íbamos: Al volant, tria el bon camí. Y nos pusimos a intentar descifrar el acertijo. La primera posibilidad que concedimos fue que la anónima grafía nos exhortaba a no desviarnos del recto camino, que cerrásemos nuestros oídos a los malévolos cantos de sirena que podían arrastrarnos hacia el casino de Peralada o Le Boulou -donde nos desdineraríamos- o a alguna casa de mala nota, tan abundantes cerca de la frontera. O tal vez se tratase de la rediviva voz de Espriu aconsejándonos seguir norte allá, hasta Escandinavia por ejemplo, donde dicen que la gente es la hostia. O, ¿por qué no?, hartos del procés, dar marcha atrás y empezar una nueva vida en la otra orilla del Ebro. Obedeciendo la consigna, pusimos todo nuestro empeño y los cinco sentidos en seguir atentamente todos los rótulos que indicaban Vic, desdeñando aquellos que nos ofrecían encaminarnos hacia otras poblaciones, quizá más excitantes pero no la nuestra.
La solución, en TV-3
Al llegar a casa, exhaustos de tanto elucubrar, decidimos abrir unas birras y apalancarnos delante de la tele. Y fue TV-3, sí, la nuestra, quien nos ofreció la solución del enigma: resulta que el Departament d'Interior de la Generalitat y el Servei Català de Trànsit iniciaron en julio una loable campaña que se mantendrá hasta el 31 de diciembre (Al volant, tria el bon camí, claro) con el objetivo de concienciar a los chóferes catalanolectores acerca de los riesgos de la conducción, para así reducir los accidentes de tráfico, casi la mitad de ellos asociados al consumo de alcohol, drogas o psicofármacos.
Desconozco si la frase de marras se la encargaron a un sacerdote, a un poeta o a un publicista al uso, pero supongo que hay maneras mucho más claras de decir las cosas, pues bien pudiera ser que, enfrascado en la comprensión del mensaje, el conductor le prestase más atención que al tráfico rodado, con los consiguientes riesgos que eso puede comportar. Y, ya puestos, debo decir que encuentro otra pega a esta campaña: si no ves nuestra televisión pública, igual no te enteras de que Catalunya vela por sus automovilistas a través de incomprensibles aforismos.
Ya lo saben: cuando tengan alguna duda sobre cualquier particular, pongan TV-3 y lo entenderán de golpe.
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