El Brooklyn de Núria Marín

L'Hospitalet de Llobregat no se conforma con ser el pulmón económico de Barcelona, quiere ser un referente cultural siguiendo el modelo de Nueva York

Aspecto actual de la antigua fábrica textil de L'Hospitalet Can Trinxet, la más grande que acogió el municipio a principios del siglo XX.

Aspecto actual de la antigua fábrica textil de L'Hospitalet Can Trinxet, la más grande que acogió el municipio a principios del siglo XX.

OLGA GRAU

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La alcaldesa de L’Hospitalet del Llobregat ha construido un proyecto claro y consistente para la segunda ciudad más poblada de Catalunya, la que en los años 70 estaba condenada a ser el eterno suburbio de Barcelona. La socialista Núria Marín llegó a la alcaldía a principios del 2008, en pleno inicio de la crisis económica. La plaza de Europa, diseñada como pulmón barcelonés durante los años de la burbuja, corría riesgo de quedarse paralizada. El paro empezaba a incrementarse peligrosamente en una urbe de 257.055 habitantes, de los que un 47,9% son población nacida en Catalunya, un 24,96% procedente de otras comunidades y un 27,10% extranjeros.

Consciente de que la cohesión social en L’Hospitalet pasa porque la economía funcione, ha explotado sus mejores bazas: la cercanía al aeropuerto de El Prat, el nuevo recinto ampliado de la Fira, las conexiones de transporte y la atracción de la marca Barcelona para fortalecer el concepto de área metropolitana sin diluirse con la capital catalana.

De carácter extrovertido y llano, Marín es una todoterreno. Se la ve comiendo con asociaciones de mujeres de L’Hospitalet, recibiendo al colectivo de camareras 'kellys' para escuchar sus reivindicaciones de cara a los nuevos proyectos hoteleros que está atrayendo la ciudad y se reúne discretamente con representantes destacados de la burguesía catalana como los Carulla, los Puig o los Rubiralta, nuevos residentes de la plaza de Europa. Esta semana, Marín volverá a reivindicar que el Mobile World Congress (MWC) en realidad tiene su sede en L’Hospitalet, que es donde se encuentra el recinto ferial físicamente, en esa labor de hormiguita de luchar el papel de la ciudad junto al de Barcelona.

L’Hospitalet no se conforma con ser el pulmón económico de Barcelona. En paralelo a la atracción de empresas (la última, Santillana) desde la capital catalana, el equipo municipal trabaja para desarrollar un clúster biomédico y es consciente de que la riqueza de la ciudad pasa también por un proyecto potente cultural pensado para atraer a jóvenes y artistas expulsados por la nueva burbuja inmobiliaria barcelonesa. Un ejemplo de ello es Can Trinxet, el recinto fabril más grande de l’Hospitalet que recreará a partir de la primavera 'The Factory' de Andy Warhol coincidiendo con el festival de música electrónica Sónar. Marín sueña con convertir esas fábricas y recintos industriales de principios del siglo XX en un distrito cultural al estilo Brooklynl al estilo Brooklyn, el famoso barrio de Nueva York nacido de la saturación de Manhattan. Y simpatiza con el 'street art' que Barcelona se ha afanado en borrar. Es cuestión de tiempo.