La brecha salarial existe. ¿Y qué?

MARTA ROQUETA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Había perdido la esperanza de que los sindicatos mayoritarios difundieran medidas concretas para reducir la brecha salarial entre hombres y mujeres. No me convenció para nada el informe que la Secretaría de Igualdad de UGT publicó el febrero pasado al respecto. A diferencia de lo que anunciaba, no permitía saber por qué las mujeres cobraban menos que los hombres para hacer trabajos de igual valor. Tampoco qué discriminaciones sufrían en sus puestos de trabajo que afectaran su sueldo.

Ahora, tanto CCOO como UGT de Catalunya han presentado sendas guías de negociación colectiva para la igualdad retributiva. Los documentos recogen orientaciones para detectar qué factores contribuyen a aumentar la brecha y propuestas para eliminarla. La guía de UGT aclara conceptos que en el informe de febrero aparecían mencionados de forma muy confusa. Se trata de un buen paso, pero no hay que dormirse en los laureles. Los sindicatos deben hacer un seguimiento de las acciones propuestas en las guías y una rendición de cuentas periódica.

Cada vez somos más capaces de precisar qué factores influyen en las diferencias salariales entre hombres y mujeres. Aún así, muchas veces no hay voluntad para tomar medidas que los eviten.

Tras cinco años bloqueada por los Estados, la Comisión Europea ha retirado una propuesta para mejorar la inclusión de la mujer en el mundo laboral. Fijaba un mínimo de veinte semanas para el permiso de maternidad y un mínimo de dos para el de paternidad. En España, se ha vuelto a aplazar la ampliación del permiso de paternidad de dos a cuatro semanas. Debería haber entrado en vigor hace cuatro años.

Para muchos expertos, equiparar los permisos de paternidad con los de maternidad y hacerlos intransferibles y remunerados al 100% eliminaría una de las principales discriminaciones que existen en el lugar de trabajo. A la hora de contratar a alguien, el empleador sabría que todos los candidatos tendrían las mismas posibilidades de ausentarse durante un tiempo para cuidar a un hijo. Y, de paso, reforzaría la imagen que tanto hombres como mujeres son responsables de cuidar a sus seres queridos.

La OCDE estima que en 2013 una de cada cuatro españolas trabajaba a tiempo parcial, cifra tres veces superior a la registrada en hombres. Se trata de uno de los indicadores que explica por qué, al final del año, los hombres cobran de media más que las mujeres. Es difícil conocer los motivos por los cuales alguien decide trabajar a tiempo parcial. Sin embargo, es probable que la existencia de políticas que facilitan la conciliación y la calidad de los servicios públicos influyan en la decisión. La Encuesta de Población Activa del 2010 muestra que el 97% de personas ocupadas a tiempo parcial para cuidar a niños eran mujeres. El 89% de las que se hacían cargo de personas dependientes, también. En ambos casos, la mayoría justificaba su decisión debido al precio elevado de los servicios de cuidados.

Parece que otra causa de las diferencias salariales entre hombres y mujeres yace en las distintas preferencias en la elección de carreras. Ellos son mayoría en carreras científicas y técnicas –mejor remuneradas– y ellas son más numerosas en profesiones relacionadas con los cuidados, las humanidades y las ciencias sociales. Ésta es la hipótesis que baraja la OCDE.

La organización ha usado los datos de la pruebas PISA de 2012 para establecer medidas que acaben con los estereotipos de género que influyen en la elección de carreras. Las recomendaciones están dirigidas a familias, centros educativos, medios de comunicación y Estados. ¿Cómo aplicarán estas medidas los actores implicados?

En el informe de la OCDE se constata su preocupación por que las chicas accedan a puestos relacionados con las ciencias y la tecnología. Pero no pone tanto empeño en que los chicos se interesen por las carreras en las que ellas son mayoría. En general, las profesiones con más presencia de mujeres son poco valoradas. Y eso suele traducirse en menor remuneración y en pocos esfuerzos para que el resto de la población se interese por realizarlas.

A mi entender, una de las razones es que suelen ser profesiones que no generan grandes beneficios económicos. Tampoco se perciben como trabajos que contribuyen al progreso. Hay que tener en cuenta, no obstante, que se trata de profesiones fundamentales para el desarrollo de un Estado del Bienestar, como la sanidad, la educación o los servicios sociales. Reivindicarlas es posible. Finlandia, por ejemplo, es un país que ha convertido la educación en una marca de prestigio.