Peccata minuta

¡Bravo, Colau!

JOAN OLLÉ

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Solo por lo que acaba de hacer la alcaldesa Colau con los botiguers, se merece tres respetos: imponer, escuchar y pactar. No estamos hablando de les lumières des villes que reclamaba Rimbaud contra la tiniebla agrícola del XIX, ni hablo disfrazado de sostenible ecologista ahorrawatios, pero sí de imposible cristiano. Y desde esta condición hago mío el villancico de Serrat/Sabina: «No es verdad que me dé náuseas la Navidad: / me conmueve la madre, el niño, la mula y el buey; / lo que pasa es que estalla / una bomba en la noche de paz, / lo que pasa es que apesta / a zambomba el mensaje del Rey».

Y aún me provoca más náuseas la gente que sin un euro en el bolsillo se lanza a las calles borrachas de luz, llenas de papanoeles de guardarropía repartiendo caramelos, impelida por el mandato navideño de comprar cosas que no necesitaDura lex, sed lex: Per Nadal, qui res no estrena, res no val. Tal vez la culpa sea mía por vivir demasiado cerca del diabólico Portal de l'Àngel y sufrir a diario lo que allí sucede en estas fechas: ningún ángel canta desde lo más alto de la Anunciación que el buen Jesús está por nacer, sino que acaba de salir un móvil de última generación aún con más prestaciones y muchísimo más caro que el más caro de los turrones.

La plaza Nova y la vida

Déjenme ahora disfrazarme de anciano y cantarles con voz ronca aquellos versos de Josep Maria de Sagarra: «Perquè avui és Santa Llúcia, / dia de l'any gloriós, / he anat a la plaça Nova / a trobar la meva amor». Me encanta que la apertura de la Fira de Santa Llúcia se haya adelantado del tradicional 13 de diciembre, día de la santa patrona, a inicios de mes, porque los vendedores de árboles, musgo, acebo, eucaliptus, lirios del valle, corcho para subir las montañas del pesebre, tiós que cagan regalos, ramitos de la suerte para que nos toque el Gordo, la Grossa o la del Niño, a falta de hacer su agosto hagan su breve diciembre. La diferencia es que durante estos días la plaza Nova se renueva: no huele a dinero multinacional, sino a algo que se asemeja a la vida.

Gracias, Ada, por intentar -ardua tarea- expulsar a los mercaderes del templo. Aplaudo que no acudiese al paripé católico de la Mercè, pero le propongo, si no tiene nada mejor que hacer, que esta Nochebuena se deje caer por la misa de medianoche de Santa Maria del Mar: allí se esparce lavanda por el suelo y se canta El cant de la Sibil.la El cant de la Sibil.lapara celebrar que una presunta virgen y su compañero, desahuciados, pariesen a Jesús en una cueva, muy cerca de la nueva intifada. Y Salvat-Papasseit, desde lejos: «Jesús ja serà nat / ens mirarà un moment a l'hora de les postres / i després de mirar-nos arrencarà a plorar».