Billetes a Marte

Uno paraArtur Mas.Otro paraAngela Merkel. También paraMariano Rajoy. Y paraFrançois Hollande, David Cameron, Mario Montiy para tantos otros líderes de los pequeños y grandes feudos de Europa. Billetes con destino a Marte para todos. Con descuento especial por discapacidad política. Y dejarlos allí, con los pies clavados en el planeta del dios de la guerra, en medio de una gélida tormenta de arena, sumergidos en una sombra apenas rota por un sol empequeñecido y con la mirada fija en ese planeta tan lejano llamado Tierra. Abandonarles para que pierdan de vista sus míseras cuitas partidarias, las encuestas de intención de voto y sus citas con las urnas. Lejos, bien lejos, donde la mirada sea incapaz de fijarse en las necesidades de unos pocos para contemplar ese remoto borrón llamado Europa. Esa tierra bañada por demasiada sangre y con una preocupante pulsión por la autodestrucción. Anclados en Marte, para que adviertan cómo las fronteras se desdibujan, cómo el destino de todos está unido y cómo se está abriendo ante sus pueblos un abismo de incomprensión y recelo. Un billete para que, desde la inmensidad de la nada, encuentren la serenidad que no son capaces de aplicar a sus políticas, adquieran la clarividencia de no repetir los errores del egoísmo y descubran la grandeza de querer construir historia... y no destruirla. Solo entonces, billete de retorno.