Bibliotecas

Carme Fenoll.

Carme Fenoll. / periodico

ÓSCAR LÓPEZ

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En mi pequeño baúl de los recuerdos no conservo ningún carnet del Barça, ni de mis añorados videoclubs, y aún menos el de algún partido político. Eso sí, de vez en cuando, como por arte de magia, tropiezo con el de la Biblioteca de Catalunya que utilizaba de chaval para preparar mis exámenes de BUP y más tarde para documentar mis primeros artículos. Uno ya tiene un pasado y unos inicios profesionales analógicos. Cuento esto porque no hay charla ni mesa redonda sobre el mundo del libro en el que participe en las que no suelte alguna perorata para ensalzar las bibliotecas. Y con razón.

La mediocridad cultural que nos rodea como consecuencia, entre otras cosas, de la crisis económica que se ceba en ella y no en muchas otras estupideces, ha logrado que las miremos con devoción. Estos templos de la cultura han logrado una trascendencia y transversalidad inimaginables. Ya no son solo lugares de estudio y lectura, sino que se han convertido en escenarios teatrales, locales de concierto, salas de cine y platós televisivos. Puede que no les corresponda tal función. O puede que sí. Quizás asumen lo que otros incumplen, pero lo que al final importa es la conexión que han logrado con la ciudadanía.

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La red de bibliotecas públicas, no solo de Catalunya sino también del resto del Estado español, deberían ser el espejo en el que se mirasen otros sectores culturales del país que viven en precario. Naturalmente que quedan temas por resolver: alimentar y actualizar los fondos, mejorar los horarios, coordinarse con las, en general, lamentables bibliotecas escolares, pero por encima de todo brillan con luz propia entre tanta mediocridad.

Pues bien, toda esta parrafada viene a cuento porque hace unos días que se sabe que Carme Fenoll, la brillante jefe del Servei de Biblioteques de Catalunya puede dejar su cargoCarme Fenoll,Servei de Biblioteques de Catalunya  por no pasar el concurso público que fija la plaza. Desde hace días los medios y las redes hierven con este polémico tema y no hace falta que me explaye en él. Pero que pueda dejar su cargo es la demostración de que, no solo sufrimos una escasez de políticas culturales sino también un bajo nivel de cultura política.