Dos miradas

Acogida

La biblioteca no es únicamente civilidad sino acogida. Proporciona el placer de la cultura, pero también el calor de la humanidad

Ambiente en la Biblioteca Jaume Fuster

Ambiente en la Biblioteca Jaume Fuster / periodico

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Hace unos días, participé en una mesa redonda en el marco de la celebración del centenario de la red de bibliotecas de Catalunya. «¿Y ahora qué?», Era la pregunta que se hacía a los invitados. Hablamos del impulso, la ambición y la aventura que significó para el país la creación de las infraestructuras bibliotecarias, una idea capital de la Mancomunitat. Hablamos de la biblioteca circular de Montaigne, con sentencias escritas en las vigas de su torre, y de aquella Babel de Borges donde «basta con que un libro sea posible para que exista».

Y hablamos del futuro. De la biblioteca como «tercer espacio», el lugar amable que se convierte en ágora de socialización, las bibliotecas para las personas y para la creación, para la información crítica. Hablamos del bibliotecario como «provocador cultural», y una de las profesionales que asistían al acto afirmó: «ofrecemos a todos las cosas que tenemos».

Resulta, sin embargo, que no comentamos lo que también ofrecen y que explicaba Carme Galve, directora de la Jaume Fuster, en este diario. Las bibliotecas son trincheras y termómetros y faros. Es decir, palpan la epidermis de la sociedad porque luchan en primera línea de fuego. Conocen la temperatura del cuerpo social y ejercen como refugios contra la marginación, la soledad y el desamparo. La biblioteca no es únicamente civilidad sino acogida. Proporciona el placer de la cultura, pero también el calor de la humanidad.