Dos miradas

Bélgica

Hemos evocado Bélgica un día de octubre en el que hemos sabido que el asunto del archivo de la nota de prensa de la fiscalía general que acusaba a Puigdemont de rebelión era 'Más dura será la caída'

José Manuel Maza

José Manuel Maza / periodico

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Josep Carner, en su exilio, escribió un poema emocionante que hoy muchos hemos recordado. Se llama 'Bélgica' y empieza así: «Si fueran mi destino las tierras extranjeras...». El poema tiene, como mínimo, dos lecturas. Un elogio de la vida sencilla y civilizada –centrada en Bélgica, por mor del título– y una innegable declaración de añoranza, el escalofrío supremo que sentía quien quería para Catalunya aquellas mismas bondades que el poema describe en relación a otro país, este sí, civilizado, un «locus amoenus» donde «vivir tranquilo, nunca señalado».

El destino de Carner fueron justamente «las tierras extranjeras», no como una posibilidad sino como una evidencia real. Es así que 'Bélgica' no se plantea como una hipótesis de vida futura sino como el espacio donde vive (y morirá, en 1970) y como el tiempo donde le hubiera gustado vivir si Catalunya no se hubiera derrumbado ante el fascismo. Es, al mismo tiempo, un recordatorio melancólico del «insistente civilismo» frente a la barbarie y una descripción horaciana de la vida reposada, lejos de las excentricidades y del horror.

Hemos evocado Bélgica un día de octubre en el que hemos sabido que el asunto del archivo de la nota de prensa de la fiscalía general que acusaba a Puigdemont de rebelión era 'Más dura será la caída'. Hemos pensado en un país donde no fueran posibles estas bromas cuarteleras, un país «donde todo el mundo se enterneciera de música y pinturas / o de la belleza del árbol japonés cuando florece».