Editorial

La batalla permanente contra el tabaco

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Las estadísticas sobre la mortalidad debida al consumo de tabaco continúan siendo tan preocupantes como difícil resulta la batalla para reducirlas. La ley antitabaco aprobada en España en el 2011 ha resultado eficaz hasta el punto de que 200.000 catalanes han dejado de fumar desde entonces, además de haber contribuido a extender socialmente la convicción de las consecuencias perversas del tabaco. Los positivos efectos de la normativa, sin embargo, se han estancado en unos niveles todavía inaceptables. El 26% de la población catalana consume cigarrillos a diario y 9.500 personas fallecieron en el 2013 por causas directamente atribuidas al tabaco. El fenómeno presenta sus especificidades de género al haber aumentado en 15 años en el 47% la mortalidad de las mujeres fumadoras.

Anclada en estos mortales porcentajes, la situación requiere otro impulso colectivo que, aparte de nuevas y más agresivas campañas mediáticas, haga efectivas las directrices que estableció el año pasado el Parlamento Europeo para la poderosa industria tabacalera, a la que instó a hacer más explícitos en las cajetillas los anuncios del peligro que conlleva fumar, además de desarrollar programas antitabaco entre los adolescentes. El objetivo final ha de ser que la percepción asumida de que fumar amenaza la salud gravemente incida en los sectores que se inician en el consumo, así como en quienes se hallan atrapados en una droga legal y letal. La batalla ha de ser permanente.