GEOMETRÍA VARIABLE

Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio

Esperanza Aguirre.

Esperanza Aguirre.

JOAN TAPIA

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Desde que en 1995 Alberto Ruiz-Gallardón, con 1,4 millones de votos y el 50,97%, ganó las elecciones a la Comunidad de Madrid, no solo esta ha sido patrimonio del PP sino que su fuerza en la capital ha 'iluminado' España. Zapatero ganó en el 2004, pero luego fracasó en su asalto a Madrid, que siguió siendo cosa de Ruiz-Gallardón (ya en el Ayuntamiento) y de Esperanza Aguirre (en la comunidad).

Ahora las elecciones de Madrid son clave porque son antesala de lujo de las españolas en un momento muy incierto en el que surgen con fuerza dos partidos nuevos: Podemos y Ciudadanos. Rajoy necesita ganar Madrid para no ser cuestionado y luego volver a gobernar España. Una derrota seria en Andalucía, en Madrid y en Valencia (posible) podría aparejar un terremoto interno y una derrota en las elecciones generales. Y Rajoy está alerta. Pedro Sánchez le ganó el debate y la última encuesta publicada (El País) dice que, en unas anticipadas, el PP perdería nada menos que 26 puntos (pasaría del 44% al 18%) y quedaría en tercera posición y solo unas décimas por encima de Ciudadanos. Detrás de Podemos y los socialistas.

Quizá sea una exageración, pero la tierra se mueve y el movimiento de Pedro Sánchez con un independiente como Ángel Gabilondo le complica las cosas. La mejor candidata en su electorado --y con más tablas-- es Aguirre, una liberal de orden que habla con desparpajo y conecta con el sentir de la derecha. Pero Esperanza --que en el 2008 le quiso descabalgar en una operación en la que estaban Aznar (en la sombra)-- es su enemiga interna. Nombrar a Esperanza es arriesgado. Si gana puede ser una amenaza. Antes de las generales o después. Pero poner otro candidato es peligroso. Si muerde el polvo, pierde Rajoy. La ventaja de Aguirre es que puede ganar (tiene inconvenientes, pero también ventajas). Y si fracasa, pierden juntos. Comparte derrota con su enemiga.

Rajoy, tras dudar mucho, dejar pudrir el asunto más de la cuenta y contemplar una extraña campaña contra Ignacio González, amigo de Aguirre y al que esta cedió la comunidad cuando dimitió en el 2012 (para no desgastarse con los recortes), ha optado por beber el cáliz: Esperanza será candidata a la alcaldía, pero González quedará relevado en la Comunidad de Madrid por Cristina Cifuentes (ajena al 'aguirrismo'). Además, ponía la condición de que Aguirre renunciara a la presidencia del PP madrileño. Acumular la presidencia del partido y la alcaldía o la Comunidad de Madrid da demasiado poder y es algo que Aznar no toleró nunca. Ahí tenía a Pío García-Escudero para frenar la ambición de Gallardón o Aguirre.

Pero Aguirre es una desacomplejada y ha dicho que sí a la candidatura (claro), pero que no dejará el PP madrileño hasta que sea alcaldesa. Y si lo es dará la batalla para que esa presidencia vaya a manos amigas. Y no ha dudado en amenazar en público con no presentarse si la descabalgaban con una gestora. Ella es 'grande' de España y no un don nadie Tomás Gómez. Y Rajoy y Cospedal han tenido que tragar. Esta vez dejar pudrir los asuntos no ha funcionado. Rajoy ha exhibido indecisión y debilidad. Y la publicidad sobre el ático marbellí de González es muy mal inicio de campaña, que no ayudará a su deslucido candidato andaluz que se enfrenta a Susana Díaz, otra desacomplejada de otra generación.

Aguirre dará la batalla a la cabeza de 'su' PP (con Aznar ojeando) y Rajoy se tendrá que consolar con la letra de aquella canción que decía: "Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio; contigo, porque me matas y sin ti, porque me muero". El PP puede perder Madrid y entonces Rajoy y España se pueden tambalear.