El congreso de los socialistas catalanes

La batalla de Nicaragua

Obiols dice que la fuerza del PSC es sumar tres sensibilidades distintas: las de Iceta, Ros y Elena

JOAN Tapia

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La cosa se mueve. En una semana, tres candidatos han expuesto en público su programa. Abrió el fuegoMiquel Icetaen el local del PSC-Eixample. Ambiente de mayoría inquieta. Tras tres fuertes derrotas (Generalitat, ayuntamientos y Madrid) el viento ruge.Montillase va (con una indigna campaña contra que sea senador) y en el PSC saben que el cambio se impone.Iceta, el tercero junto aMontillayZaragoza,ofició de notario con frase acerada: Nicaragua (sede del partido) debe ser una red que impulse, «no una fortaleza fría y vacía». Pero quizá no llegue al final. Quiere abrir el partido y es suya la idea de primarias a la francesa, pero palpa que ha estado demasiado cerca deldúo duropara ser la bandera del cambio.

Quien la levantó con convicción en el Aula Magna (otro marco) esÀngel Ros.EscuchabaAntoni Cas-

tells, referente catalanista del Govern deMontilla, y el candidato transmitía decisión. Tiene mayoría absoluta en Lleida, quiere gobernar Catalunya y cree que ello exige discutir a CiU la centralidad catalanista. Flotaba un cierto aire de PSC-Reagrupament. PeroRosno tiene fácil lograr la mayoría. El magma de herederos de Sitges está confuso, pero ve enRosmás un posibleMaragall(candidato a la Generalitat que muerde en el centro) que al secretario de un socialismo a reconstruir (palabra común aRos, IcetayJoan Ignasi Elena).

Elenaviene del obiolismo (la pulsión por un PSC-Congrés con el menos PSOE posible) y se expresó en el Teatre del Raval arropado por jóvenes airados y a la vez sensatos. Con una estética de Partit Català Proletari pero sin descarrilar.Elena,comoRos,levanta la bandera del catalanismo. PeroRosestá cómodo en el centroizquierda, yElena,en una izquierda más radical. Los radicales no ganan elecciones, pero el PSC no puede relegar el espíritu combativo.Obiols(que asistió a los tres actos) cree que el PSC es fuerte porque suma los tres componentes (Iceta, Ros yElena), pero…

Los delegados ya están elegidos. Nadie está seguro de cómo votarán, pero la impresión es queRosyElenajuntos (tampoco fácil) estarían sobre el 40%. Pero el cuarto candidato no expondrá en público su programa hasta la próxima semana.Pere Navarro,alcalde de Te-

rrassa, está encuadrado, como Icetapero con menos poder, entre los herederos de Sitges. En privado confiesa que el PSC ha tenido una buena máquina pero sufre una progresiva pérdida de influencia porméritospropios. Y que conecta poco (punto común conIceta, Rosy Elena).

Su activo es que es un hombre ordenado, estructurado y que se ha trabajado el congreso pateándose agrupaciones. Tiene además ambición de liderar el partido (comoIceta) y de ser candidato (comoRos). Pero algunos ven en el probable ganador la última carta de un aparato que quiere seguir con cara nueva. Y es cierto que hay apoyos a la búlgura. PeroNavarro,con entidad propia, tiene también el respaldo de gente enfrentada al Baix Llobregat, comoCarles Martíy buena parte de la federación de Barcelona.

Alguien razona que la duda es siNavarrosabrá ser al PSC lo queGorbachoval PCUS, el político prudente que cuando llega al poder lo remueve todo. Otros aseguran que es el mejor porque tiene todas las líneas abiertas.

PeroNavarro-que no es diputado y no podrá enfrentarse aArtur Masen el Parlament- debe ganar bien. No le basta la mayoría mecánica. Necesita, primero, sumar aIceta,porque -juntos- indican más que el magma de Sitges se mueve. Luego debe integrar aRosyElena.No es fácil, porque ambos están escamados.Elenaquizá prefiera hacer de conciencia crítica. YRospuede apostar por ganar las primarias sin ataduras.

Y el pacto también lo complica el reglamento del congreso, que fija esta vez listas cerradas para la ejecutiva. Claro que el congreso, soberano, puede cambiar la norma y facilitar así una integración posterior a la elección del secretario general.

Pere Navarrotiene la palabra. Debe demostrar que -aunque parte del magma- tiene pulmones para articular un pacto que garantice que el aparato (imprescindible) se ocupa más de impulsar que de controlar. Lo peor no es una apuesta arriesgada, sino el burocratismo que ahoga iniciativas.

El debate es sugestivo. Todos proclaman querer, con acentos diversos, socialdemocracia fuerte. E intuyen que ello implica un pacto con la nueva realidad. Pero otros partidos (CiU o PP, por ejemplo) discuten menos de ideas (todavía menos de líderes) y ganan elecciones. Y la primera condición para poder cumplir un programa es ser elegido.

Periodista.