El último escándalo político

El bastión de los canallas

El director de la Oficina Antifrau es capaz de justificar su corrupción moral y política, no su incompetencia, en un sentimiento exacerbado de españolidad

ilustracion de leonard beard

ilustracion de leonard beard / periodico

XAVIER BRU DE SALA

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Que la tentación de utilizar el aparato del Estado en beneficio político propio sea fuerte no debe sorprender. Lo raro, en el caso español, es que el hecho salga a la luz y el ministro, protagonista directo del escándalo, no cese. En la protesta contra el victimismo de Fernández Díaz y la imperturbabilidad de Rajoy coincide todo el mundo. Estamos en el final de la campaña, claro está, y hay que aprovechar. Pero si no hay dimisión ni cese, que no las habrá si las próximas entregas de las conversas no involucran a partidos 'nacionales', es porque los populares calculan que el asunto no les perjudica y tal vez les puede beneficiar. Ya veremos si se equivocan, puesto que por pocos votos que resten, las consecuencias en el número de diputados pueden ser nefastas. La defensa subyacente del PP y su corifeo mediático es que el soberanismo catalán debe de ser neutralizado desde todos los bastiones del Estado, y no con buenismo.

Lo que hemos sabido hasta el momento no puede ser más explícito ni más descarado. El director de la Oficina Antifrau, nombrado por el Parlament y pagado con presupuestos soberanistas, al servicio del ministro del Interior para destruir el 'procés'. Ante la extraordinaria debilidad de los documentos que están sobre la mesa, calibran las formas de hincharlos, vía fiscalía. Si todo quedó en nada, es porque Daniel de Alfonso no disponía de munición aprovechable, lo que en principio habla muy a favor de la limpieza de los protagonistas políticos del 'procés', de manera especial de Esquerra Republicana. Aun así, las intenciones son perversas, del todo impropia y condenable la conjura para destruir al rival político.

Al ministro y a Rajoy les parece normal lo que han hecho. Nada de oprobio ni vergüenza, ni la menor referencia al cinismo de unos responsables públicos que negaban los indicios de guerra sucia. Por poco no se enorgullecen y se cuelgan una medalla. Todo llegará. De todos modos, sea cual sea el resultado de las elecciones del domingo, aunque el PP se mantenga en el poder, la carrera política de Fernández Díaz se ha acabado. Ningún partido apoyará a los populares si no lo envían a casa. Incluso en el supuesto de que el PP no pague precio alguno en las urnas por las revelaciones, los partidos susceptibles de llegar a acuerdos con ellos, redoblarán la exigencia de la retirada de Rajoy como condición para pactar. Ya es sabido que una gota basta para derramar el vaso.

UNA HISTORIETA DE PEPE GOTERA Y OTILIO

Como el cargo de De Alfonso depende del Parlament, será fulminado. Se lo ha buscado. Por canalla, pero también por inútil. Fue a vender humo. Y si como parece, él mismo es el responsable de las grabaciones y de haberlas custodiado de manera tan negligente se puede decir que se ha enganchado en su propia red, que por el móvil muere el pez, y que el personaje, un auténtico portento, un Fouché redivivo, es digno de protagonizar una historieta de Pepe Gotera y Otilio. Para ser agente doble se deben tener más luces.

Ahora bien, nadie pagará ningún precio, porque nadie lo pedirá y porque son muchos los implicados, por el hecho de haber votado a un personaje tan siniestro como director de la Oficina Antifrau. Que el Estado ande espiando al soberanismo con recursos propios es una indecencia. Que también lo haga a cargo de los presupuestos de la Generalitat y a través de un organismo de la Generalitat merece como mínimo un esbozo de sonrisa de misericordia. Conductores del 'procés', despistados así no vamos a llegar muy lejos.

EL OPORTUNO EMPUJONCITO DE MADRID

Muy al contrario, las conversaciones pueden beneficiar a las víctimas de la conspiración, puesto que la reacción desaforada reduce a la nada el fallo del nombramiento. Que las formas sean de opereta, no resta gravedad a los hechos. El fondo de la cuestión es del todo intolerable, y una parte del electorado independentista, decepcionado con la incierta marcha del 'procés', se puede reactivar y reforzar a los dos partidos. Si de aquí a domingo Esquerra escala posiciones y CDC remonta, Rajoy y su Gobierno se habrán cubierto de un líquido apestoso, espeso y marrón. En defensa de 'su' España, claro.

Una vez más, donde no llega el independentismo por su propio pie recibe siempre, de manera tan reiterada como inexorable, el oportuno empujoncito de Madrid que le hace avanzar unos cuantos metros. Todavía tendremos que calificar de auténtico genio florentino a quien propuso un conspirador aficionado y miserable como Daniel de Alfonso. Capaz, encima, de justificar su corrupción política y moral, no su incompetencia, en un sentimiento exacerbado de españolidad. Las patrias no son el último refugio sino el primer bastión de los canallas. En las naciones, en cambio, también cabe la buena gente.