¡Basta!, por un cambio real en Catalunya
Las gravísimas crisis económica y social fruto de las políticas neoliberales dominantes y la derivada de la relación Catalunya-España iniciada por el PP y agravada por la sentencia del Tribunal Constitucional del 2010 han coincidido con la debilidad de la socialdemocracia y con la intransigencia de los nacionalismos español y catalán. También con errores del socialismo en nuestra casa que reconocemos con humildad. La dolorosa ruptura con algunos compañeros y compañeras y la pérdida de apoyo social son síntomas de un problema de fondo que no resolveremos desde el inmovilismo.
Millones de personas están afectadas por el paro, recortes en salud, bienestar y educación, relaciones laborales precarias, vivienda, pobreza, abusos de monopolios que se han apropiado de servicios básicos. Nadie es ajeno hoy a estas penurias o teme sufrirlas en el futuro. Hay que añadir los retrocesos en el funcionamiento de la democracia, una respuesta poco creíble contra la corrupción y el uso de la Constitución como instrumento de bloqueo de un Gobierno del PP que ataca el autogobierno, la cultura y lengua catalanas y se niega a revisar la financiación.
Hay quien quiere reducir todas estas dependencias y problemas a la interdependencia que mantenemos con el resto de España. Y si bien es cierto que esta es intolerable hasta el punto que la ha llevado al PP, ocultar todas las demás o pretender que se resolverán con una independencia más ficticia que real es un sapo difícil de tragar.
Además, después de cuatro años de desgobierno PP+CiU y CiU+ERC, el 'president', para huir de sus propios problemas, solo ofrece una salida: la independencia y una única candidatura "de país" para conseguirla. De nuevo la patria por encima de todo, incluso del pluralismo que es consustancial a la democracia. ERC plantea, ignorando imprescindibles consensos internos, una acción unilateral que no logrará el reconocimiento del Estado español ni de ningún otro. En suma, una lucha por la hegemonía nacionalista que hace prever más años de incertidumbre y de conflicto con los vecinos -territorios de habla catalana incluidos-, más parálisis, más ausencia de Gobierno. Si el catalanismo independentista insiste en caminar en solitario hará un flaco favor a la nación que dice querer servir.
Basta de todo esto. Catalunya es una nación y tiene derecho a decidir si quiere ser un Estado dentro o fuera de España, a fijar y negociar condiciones en ambos casos. Pero también queremos decidir el modelo social, económico y cultural.
LOS RETOS
Para nosotros debe ser una Catalunya que luche ya ahora y sin más dilaciones contra las amenazas del cambio climático, del terrorismo global, del paro y la pobreza, las desigualdades y la política deshonesta; que lidie con la dependencia y opresión de un Estado que el PP ha convertido en más centralista, retrógrado e ineficaz que nunca. Una Catalunya con banca pública para ayudar a la economía que crea riqueza y empleo, con una gestión directa o mixta de servicios públicos claves como agua, energía y vivienda siempre rigurosa y garante del interés general. Una Catalunya con medios de comunicación públicos plurales, con ayuntamientos bien dotados y que contribuya a hacer una Europa más fuerte capaz de competir económicamente y garantizar la paz y la seguridad.
Es necesario un cambio en profundidad. Estamos dispuestos a hacerlo desde el PSC, desde una socialdemocracia que impulsó la mayor etapa de bienestar y progreso social en Europa, que necesita recargar energía y ser más coherente y valiente.
Sabemos cómo trabajar por Catalunya. Momentos claves de nuestra historia son un ejemplo: la renuncia a presidir la Generalitat provisional contribuyendo al retorno de Tarradellas que nos permite ahora reivindicar su legitimidad como anterior a la Constitución; o cuando establecimos una sola red en la escuela para no dividir los catalanes ya desde la infancia o la redacción de los dos Estatuts. Y sabemos cómo defender los intereses de las clases trabajadoras y medias: detrás de cada avance social siempre hemos estado los socialistas. Nos enorgullecemos de estos legados pero queremos aplicar nuevas y valientes respuestas a los problemas actuales, desde los valores de izquierdas y catalanistas. No es más catalán quien grita más veces el nombre de la patria ni quien pueda figurar en candidaturas "de país" ideales para distraernos de los graves problemas que padecemos. Cantos de sirena, plebiscitos y posiciones únicas no van con nosotros.
Hace falta una herramienta útil como el PSC que afronte estos retos gigantescos: impulsar cambios sociales y políticos en profundidad y revisar lealmente, pero radicalmente, la relación con el conjunto de España. Este es nuestro compromiso, por difícil que sea, para servir a los catalanes y las catalanas.
Núria Parlon, alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet
Juli Fernàndez, alcalde Palafrugell
Alícia Romero, diputada Mataró
Xavier Sabaté, diputado Taragona
Jordi Ballart, alcalde de Terrassa
Josep Fèlix Ballesteros, alcalde de Tarragona
Carles Sànchez, alcalde de Sabadell
Jaume Collboni, Barcelona
Rocio Garcia Pérez, regidora Cornellà
Carme Sànchez, Castelldefels
Rosa Maria Ibarra, regidora Valls
Eloi Menasanch, regidor Vilanova de Prades
Glòria Mans, regidora Alella
Ramon Ferré, regidor Calafell
Diana Salvadó, regidora Alforja
Jordi Solé, regidor Torredembarra
Maria Josep Beltran, alcaldesa Tivenys
Sofia Acosta, Reus
Laura Vidal, JSC
Kennet Martínez, regidor El Vendrell
Mònica Lafuente, Lleida
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