El equilibrio entre hablar y dar explicaciones

ALBERT GUASCH

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Llegó un momento que hubo que hurgar en los anales. El nombre de la referencia mundial en comparencias largas, Fidel Castro, empezó a surfear jocosamente por las redes. ¿Batiría Josep Maria Bartomeu las 4 horas y 29 minutos que el presidente cubano largó en 1960 en una proverbial intervención en la Asamblea de las Naciones Unidas? Se quedó en casi 4 horas el presidente azulgrana. No fue un discurso unidireccional. Ni fue un paseo. Bartomeu se sometió a un intenso interrogatorio, nada cómodo, con bastantes asuntos pendientes de clarificación, del que se salió airoso en algunos y no tanto en otros. El equilibrio entre hablar

y dar explicaciones no siempre resulta fácil.

Puestos a ponernos exigentes, seguramente sería mejor cuatro comparecencias de una hora al año que una sola de cuatro horas. Aun así, mejora en mucho lo que sucede en otros clubs, como el mismo Real Madrid. Cuesta recordar una intervención de Florentino Pérez ofreciendo de forma pormenorizada números y más números. Quizá porque como dijo Bartomeu, a cuenta de otra materia, “el Barça es diferente”. Aunque en este punto, es decir, en cuanto a números, financiación y transparencia, el que es diferente es el Real Madrid, ¿no?

CONFUSIÓN CON NEYMAR

Bartomeu suple su sufrida vocalización con una puesta en escena amable y su predisposición a responder este jueves a todas las preguntas que fueran necesarias le servirán de coartada para sentir como zanjadas cuestiones importantes que quedan suspendidas en el aire. Por ejemplo, todo lo relacionado con la operación Neymar. Se mantiene como una herida que no cicatriza.

Por lo escuchado en la larga comparecencia, el delantero brasileño no acabó costando más de 100 millones como algunas sumas indican, sino poco más de 20, esto es, cifra por debajo de Umtiti, el central suplente de Francia. Dicho sin menoscabo para el jugador francés: se le adivina una gran proyección, a decir de los que lo han visto jugar con cierta regularidad.

Estos 20 millones de coste de Neymar suenan de verdad a ingeniería contable. Y es que la confusión alrededor del magnífico fichaje (en lo deportivo) no se disipa sino que se enreda cuantas más explicaciones se dan. Emplazados estamos a una comparecencia próxima de Susana Monje, directiva de los asuntos económicos. Quizá lo entenderemos de una vez.

Siguiendo el hilo de los números, constatamos también que el Barça no está en condiciones de competir con los grandes clubs ingleses y aquellos otros regados de los dólares de magnates árabes o asiáticos. Se ve a diario en el mercado de fichajes: cualquier central al que se le adivine maneras o cualquier mediocampista con cierto garbo para la elaboración se va a los 40 millones. Justo la cifra de que disponen Robert Luis Enrique para completar la plantilla. Una quinta parte de lo que se intuye se gastarán, como mínimo, los dos clubs de Manchester este verano. No hay lugar pues para pretensiones elevadas. Esta es una discusión en la que, definitivamente, no hace falta alargarse más.