Dos miradas

Barra de bar

El referéndum escocés no solo causa envidia por la votación en sí, sino por el respeto y la flema con que se han tratado las antagónicas posturas

EMMA RIVEROLA

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El mismo día en que Escocia votaba, César Luena, el flamante número 2 del PSOE, el partido que asegura que la solución es la España federal, declaraba que Artur Mas parece un zombi, se le ha ido la olla». Felicidades. Si quería ofender a los votantes de CiU y a los que nunca votarían al líder nacionalista pero que no les gusta que desprecien a quien, para bien o para mal, les representa, ha cumplido perfectamente su objetivo. Si su grosera declaración fue motivo de un calentón, ya está tardando demasiado en dimitir.

En realidad, Luena no es una excepción. Estamos instalados en la política de barra de bar. Chulería arriba, desprecio abajo. Ahora lanzo una arenga para regocijo de la clientela o les miro a la cara y les llamo ilusos sectarios o le pongo la zancadilla al nuevo con aires de conquistador, todo tan superficial y efervescente como una noche de copas. Esgrimir la Constitución equivale a un por mis cojones, mientras que el 9-N es un farol que ya muchos han descubierto. El problema es que el país ya va con unas copas de más y tanta vehemencia y tan poco argumento han convertido la taberna en una olla a presión.

El referéndum escocés no solo causa envidia por la votación en sí, sino por el respeto -y la flema- con que se han tratado y defendido las antagónicas posturas. Las burlas, las bravatas y el descrédito solo satisfacen a quien los lanza, pero convierte el bar en un lugar muy poco atractivo.