Pequeño observatorio

Barcelona, una ciudad para el que quiera observar

La capital catalana es un espacio lleno de estímulos para los que tienen vocación de exploradores

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JOSEP MARIA ESPINÀS

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A veces podemos cometer un error si hacemos comparaciones. El desastre que supone la existencia de matanzas colectivas en diversos espacios del planeta tiene tal dimensión, con el drama de los refugiados, que sería demasiado frívolo mezclar los hechos. Hay que precisar, pues, que este artículo solo intenta hablar de un fenómeno que afecta a Barcelona: la pérdida, en apenas 25 años, de 250.000 personas que habían nacido aquí. Es una crisis demográfica, explicó Carles Cols en este diario.

Una crisis que queda enmascarada, tal vez, por el número de inmigrantes empadronados en Barcelona. Tengo amigos que han emigrado a pueblos más o menos cercanos a la ciudad, donde han encontrado un paisaje más tranquilo, la posibilidad de convivir con la naturaleza, quizá también una agradable relación vecinal... En algún caso las maneras británicas de convivencia. Es cierto que algún traslado puede ser forzoso pero bastantes barceloneses tienen, han heredado, vocación rural.

CADA BARRIO, UN ESCENARIO

Dicen que muchos arraigan en la ciudad. No por fuerza, sino por vocación. Barcelona no deja de ser un espacio lleno de estímulos para los que tienen vocación de exploradores. Yo mismo hice muchas y lentas caminatas por mi ciudad, tomando notas para reportajes, y me maravillaba la diversidad de las fachadas de la parte vieja, de las tiendas, los balcones y de la gente que circulaba por un barrio, y cada barrio era un escenario diferente.

Soy barcelonés desde hace bastantes generaciones, y en mis viajes por Europa siempre me han seducido más los callejones que las avenidas. Ahora, en Barcelona, se multiplican los apartamentos turísticos. Veo extranjeros sentados en las terrazas de los cafés de mi barrio, que no es pintoresco ni monumental, y observan a la gente que pasa. Si fuera en París, o en Londres, yo haría lo mismo: contemplar y ver cómo pasa la vida. Si un conocido me preguntara, sorprendido, qué hago por este barrio, podría decirle: «Hago colección de desconocidos».

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