Apoteosis en tierra extraña

Ver al Barça ganar por 6-1 en un pub de Madrid es un espectáculo inolvidable. Casi tanto como la remontada

Luis Enrique y Messi se abrazan tras la victoria ante el PSG. A la derecha, Sergi Roberto y Robert Moreno, uno de los ayudantes del técnico.

Luis Enrique y Messi se abrazan tras la victoria ante el PSG. A la derecha, Sergi Roberto y Robert Moreno, uno de los ayudantes del técnico.

JOSÉ A. SOROLLA

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Si da la casualidad de que un viaje a Madrid te puede impedir ver la vuelta de la Champions entre el Barça y el PSG, hay que tomar medidas inmediatas. Si te alojas en una casa particular que no tiene Movistar Fusión y no puedes ver el partido de la remontada imposible, lo primero es buscar un bar de esos en los que múltiples teles sin sonido transmiten el partido. Eso ocurrió el miércoles en la esquina de Velázquez con Diego de León. Un pub irlandés de nombre Bo Finn lo tenía todo. Visita de inspección por la mañana y compromiso de volver por la noche a la hora del encuentro.

Pero la falta de costumbre quizá o la confianza excesiva hizo que al llegar al pub todas las mejores mesas estaban reservadas. Ni la atenta camarera de la mañana ni nadie habían advertido de la necesidad de reservar mesa. Afortunadamente, quedaban dos mesitas en un pasillo, pero, como había teles de diversas dimensiones en todas las paredes, el problema solo se reducía a una cuestión de pulgadas de más o de menos. Faltaban cinco minutos para el inicio y el bar estaba a reventar, pero en los televisores seguían emitiendo un partido de la Liga. Justo cuando formaban ya los equipos aparecieron las imágenes del Barça-PSG.

MAYORÍA DE MILITANTES ANTICULÉS

Desde el principio, se confirmó lo que sospechábamos. El pub estaba ocupado en gran parte por militantes anticulés. Pero también había aficionados del Barça, que se dieron a conocer a los tres minutos tras el gol de Suárez. Después, un energúmeno, como un 'Roncero' cualquiera, empezó a destacar sobre la masa, gritando como un poseso, pidiendo tarjetas amarillas para cualquier jugador blaugrana y reclamando penalti de Mascherano. El primer gol de penalti del Barça lo desencajó insultando al árbitro, pero el tanto de Cavani desató la euforia madridista: saltos, gritos, abrazos.

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Con la eliminatoria decantada hacia los franceses, volvió la calma. Sin embargo, el misil de Neymar a la red puso el miedo en el cuerpo de todos esos que dicen que ellos siempre quieren que gane un equipo español y el segundo penalti les pareció la prueba de la existencia de un 'villarato' europeo, pero el gol de Sergi Roberto les hizo enmudecer. En el fondo del local, donde se congregaban los previsores seguidores culés que habían reservado las mejores mesas frente al televisor más grande, fue la apoteosis. Una explosión de júbilo que culminó con el abandono del bar al ritmo de la konga y cantando el himno del Barça. “'Tenim un nom, el sap tothom: ¡¡¡Barça, Barça, Barça!!!'”.

El energúmeno abandonó el pub sin decir palabra, después de atribuir la victoria a dos regalos del árbitro. Pero antes se llevó un corte de mangas y tuvo que escuchar una frase certera: “No sé si sufriste más ayer con el Nápoles poniendo al Madrid contra las cuerdas o esta noche”. No contestó, pero la respuesta está en el viento. Ver al Barça ganar por 6-1 en un pub de Madrid y clasificarse para cuartos de final de la Champions, superando por primera vez en la historia un 4-0 en contra, es un espectáculo inolvidable. Casi tanto como la remontada.