Barcelona: la pobreza va por barrios

ENRIC HERNÀNDEZ

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Las crueles reglas de la economía globalizada operan de igual manera a escala planetaria y local, en los tiempos de bonanza y en los de tribulación. Lo ha descrito con acierto el economista francés Thomas Piketty, actualizando, a partir de la experiencia empírica acumulada en el siglo XXI, las decimonónicas premoniciones de Karl Marx: la tasa de acumulación del capital siempre es superior a la de la generación de riqueza. O, lo que es lo mismo, el sistema capitalista tiende de forma natural a agudizar y perpetuar las desigualdades sociales. En Barcelona, la norma no halla su excepción.

El mapa de la distribución de la renta familiar en los 73 barrios de la ciudad distribución de la renta familiar barrios, que en un ejercicio de loable transparencia el Ayuntamiento confecciona de forma regular, ofrece un retrato desgarrador. Los habitantes de la zona alta de la Diagonal ya percibieron el pasado año, en gran medida por el aumento de las rentas del capital, el final de una crisis que muchos ni siquiera atisban a día hoy. Por contra, en los distritos de Nou Barris Sant Andreu el paro cronificado y la plaga de los desahucios han hundido las rentas familiares y extendido la miseria. Más que nunca, la pobreza va por barrios.

Merced a su potencial económico, al lucrativo 'boom' del turismo y a la sensata gestión de sus gobiernos municipales, Barcelona dispone de un músculo financiero que para sí quisieran otras grandes capitales en plena crisis. Superávit que el equipo de Xavier Trias, que gusta de presentarse como «el alcalde de las personas», ha destinado en parte a socorrer a los barceloneses en apuros y a las entidades que los atienden. O a abaratar el transporte público e impulsar un plan de rescate social, de la mano de Jaume Collboni (PSC). Pero con eso no basta.

El riesgo de segregación

El riesgo de fractura territorial se cierne sobre Barcelona. Urge un plan integral, con consenso vecinal y el concurso del sector privado, que evite el descuelgue de los barrios más castigados. Equipamientos, transportes, infraestructuras y demás estímulos económicos deben articularse para neutralizar la amenaza de la segregación residencial, fenómeno inaceptable en una metrópolis europea.