LA SOBERANÍA TECNOLÓGICA

Barcelona inteligente

La ciudad deberá ser vigilante en la recuperación y el mantenimiento de su capacidad de decidir también en materia tecnológica

Estand de Telefónica en el Mobile World Congress.

Estand de Telefónica en el Mobile World Congress. / periodico

JOAN SUBIRATS

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Existe un gran consenso en que el futuro de las ciudades pasa por invertir e incorporar tecnología en su funcionamiento. Barcelona no parece que haya perdido el tiempo. Desde hace años es la sede del Mobile World Congress y organiza asimismo el congreso anual de las Smart Cities. Las ciudades inteligentes serían pues aquellas que abordan sus problemas usando las potencialidades que ofrece la revolución digital.

Después del entusiasmo inicial que el impacto del cambio tecnológico propició, han empezado a surgir voces que alertan de los efectos que tendrá en futuro de las ciudades el optar por una solución u otra. O que se preguntan asimismo sobre el grado de dependencia que puede conllevar el dejar en manos de grandes empresas tecnológicas globales el ocuparse de los temas urbanos más relevantes. Es evidente que la globalización propicia que cada vez sean menos las compañías o conglomerados financieros y empresariales que van tomado posiciones clave en temas centrales: recursos naturales, finanzas, propiedad inmobiliaria, energía o infraestructura tecnológica y gestión de flujos de información y comunicación.

En Barcelona se discutió recientemente de soberanía tecnológica y ciudad ('bits.city'). Es decir, se discutió sobre quién decide las prioridades. La agenda de la necesaria transformación digital en una ciudad como Barcelona. La tecnología es algo neutral e inmune a la manipulación política y a la voluntad de controlar y generar dependencia. Necesitamos politizar el cambio digital, en el sentido de no tomar como un dato ni la infraestructura técnica, ni la generación de datos y el control de los mismos o las redes por las que se mueve información y conocimiento. En caso de no 'problematizar' el tema, estamos dando por buena la distribución de costes y beneficios que de manera innegable se está ya dando. Si Barcelona quiere ser 'smart', si quiere demostrar inteligencia en cómo abordar su presente y su futuro, deberá mostrarse vigilante en la recuperación y el mantenimiento de su capacidad de decidir también en materia tecnológica.